sábado, 30 de mayo de 2009

Explorando el pasado: El cementerio de los Nefilim

Quizás debido a que las pirámides son las más famosas, muchos desconocen el enigmático reino subterraneo de Serapeum. Un verdadero cementerio de gigantes. Un lugar con sarcófagos de cuatro metros y vacíos. Una necrópolis subterránea, situada al norte de Saqqara, cerca de Menfis. El nombre Serapeum fue dado por Estrabón, al asociar Apis a Serapis. Un artículo comentó lo siguiente sobre ese desconocido lugar:

"Escondidos bajo la arena de la orilla occidental del Nilo, entre las zonas de Dashur y Giza, deben aún encontrarse otros lugares similares al Serapeum. Hoy sólo conocemos uno pero es posible que existan muchos más. Cuando el azar sonría de nuevo a los arqueólogos y descubran más sarcófagos de sesenta mil kilos de peso que no guardan nada, que nunca contuvieron nada, serán otra vez asociados con la momia del toro sagrado, sin otra similitud aparente que su descomunal tamaño.

El Serapeum impresiona por varios motivos. El principal de ellos es porque nadie se espera encontrar lo que allí descubre. Antes de llegar a Egipto el viajero sabe que va a enfrentarse con la Gran Pirámide de Giza o que va a deambular por el templo de Karnac, y a lo largo de las riberas del Nilo surgen, además, ruinas de centros ceremoniales de considerable belleza y de colosal grandeza.

Tras la puerta se abre una gran sala donde confluyen, opuestos, dos gigantescos túneles bajo la tierra. Allí se encuentra una roca labrada de granito de descomunal tamaño y 20 toneladas de peso, abandonada a la espera de un sitio que nunca llegará a ocupar. Tras andar treinta metros hacia la izquierda se desemboca en el corredor principal, una galería de casi doscientos metros de largo que debe recorrerse despacio pues a ambos lados se abren unas espectaculares salas abovedadas que cautivan toda la atención. Allí están los sarcófagos, o lo que quiera que sean.

Son inmensos, los mayores del mundo. Algunos se elevan del suelo más de tres metros. Los más grandes llegan a medir cuatro metros de largo por dos y medio de ancho. Quince personas cabrían perfectamente en su interior. El traslado y colocación de cada una de estas moles significaría por sí sólo una proeza. Pero cuando no se sale del asombro al contemplar uno de ellos, más allá se encuentra otro, y luego otro, y otro…hasta 22. Cada cual más perfecto, cada cual más enigmático. Si aquello no es el cementerio de una raza de titanes seguro que fueron gigantes sus constructores. Porque al portentoso trabajo de ingeniería que supone la confección de los sarcófagos hay que añadir el proyecto de las galerías y de las bóvedas, que proporcionan un escenario irreal a tan increíbles restos.

Nuestra cinta métrica desveló que desde la entrada hasta el final del túnel principal hay 191,5 metros, y las galerías accesorias miden otros 210 en total, con una anchura próxima a los 5 y una altura de prácticamente 8 metros. Un rápido cálculo nos indicaba que sólo la excavación de los túneles y las criptas supuso el desalojo de 20.000 metros cúbicos de piedra y de tierra, cantidad que multiplicada por 3 nos daría un volumen de escombros que daría trabajo a 8.000 camiones. En los alrededores del recinto no existen restos de tales deshechos, ¿cómo y a dónde los transportaron?.Los guías locales, haciéndose eco de lo dicho por la arqueología oficial, zanjan el asunto del Serapeum con tres lacónicas aseveraciones: Es una tumba, de bueyes Apis, de época ptolemaica. Y los tres datos son incorrectos. Es cierta la adoración en el Antiguo Egipto de animales, es cierto que los enterraban, y es cierto que los ptolemaicos veneraron a Serapis, ¿pero qué tiene que ver todo eso con el Serapeum?

Mariette descubrió así el primero de los sarcófagos de los bueyes Apis del Serapeum. O así lo creyó, porque la verdad es que su interior estaba vacío. Las siguientes excavaciones descubrieron otras diez bóvedas cuyos sarcófagos también se encontraban vacíos. Todas las tapas estaban descorridas unos centímetros, los suficientes para introducir la cabeza, los necesarios para comprobar que sólo contenían polvo. Pero la suerte le sonrió cuando llegaron a otra cripta donde había un féretro con la tapa sin mover, no violado por los ladrones de tumbas. Los esfuerzos para retirarla fueron inútiles pues estaba pegada con pez y los siglos habían conseguido que se uniera de tal forma al tanque que sólo existía una manera para abrirlo. Las cargas de dinamita se situaron y una esquina estalló en mil pedazos. Inexplicablemente tampoco contenía buey alguno.

Posteriormente Mariette localizó otra galería. Doce grandes nichos se abrían a derecha y a izquierda conteniendo nuevos y vacíos sarcófagos. Hoy ambas galerías están unidas y juntas llegan a medir casi los 200 metros. A ambos lados se abren un total de 23 criptas que contienen 21 tanques de granito, ya que dos están vacías. En un corredor paralelo se encuentra todavía uno de los sarcófagos que nunca llegó a su destino, 22 sarcófagos para guardar… polvo. ¿Para qué derrochar tanto esfuerzo?

En ninguna de las galerías hay una sola inscripción. Y en ninguno de los sarcófagos existe referencia alguna que indique su antigüedad, a excepción de uno de ellos, en el que con trazo apresurado se escribieron jeroglíficos en la época de los ptolomeos. Junto al Serapeum se encuentra un recinto que muy posiblemente se corresponda al mencionado por Estrabón. Las inscripciones de tiempos de Ramsés II indican que es mucho más antiguo de la época ptolemaica en la que se data el conjunto. Y además, Kha-m-was, no sólo era el encargado de sus cuidados, sino que también era el jefe de mantenimiento de la pirámide de Unas (VI dinastía). Sabemos también que una cuadrilla de operarios de Ramsés II a las órdenes de los sacerdotes del templo de Maat, en Tebas, se encargaron de las obras de restauración de las pirámides de Keops y Kefrén en Giza. Es decir, que eran cuidadores de monumentos mucho más antiguos. ¿Tan antiguos como el Serapeum?".
Fuente: Artículo publicado en la revista ENIGMAS del Hombre y del Universo, en el mes de Enero de 1998. Investigador en terreno: Manuel J. Delgado.

Véase también http://www.touregypt.net/serapeum.htmeum.htm

En mi opinión personal el valle de Egipto fué un cementerio antediluviano de honor. Los hijos de los ángeles que eran muertos en las guerras antediluvianas fueron enterrados en ese lugar. Al momento del Diluvio o poco antes, de alguna forma los ángeles desintegraron (con la misma técnica con la que desintegraron el cadaver de Cristo) los cuerpos de sus hijos. Después del Diluvio la cultura egipcia se apropió, restauró y cambió el culto de ese lugar, como sucedió también con las pirámides y la esfinge.

Nota: En la última imagen se aprecia el plano subterráneo del "cementerio". Pinche para ver más de cerca.

Génesis 6:4
Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre (los hombres de fama, los derribadores o Nefilim).