Solo hay tres religiones. Y ámbas son un paso obligado para las humanidades colectivas durante su historia, de la misma forma como el niño tiende a la adultez.
La primera es la del miedo
Y vi una Muchedumbre con gritos de terror, por el miedo a lo desconocido.
Levantaban grandes fuegos a dioses e ídolos de barro, piedra y metal. Esos dioses eran la luna, el sol rayo, la tierra, etc.
Los hombres del tiempo y del espacio pasan por esta etapa. Aún NO conocen al Padre, pero Éste los AMA igualmente.
La segunda es la religión de la autoridad
Y vi tambien una muchedumbre. Ya conocen la existencia de Dios. Han edificado lujosos templos, de marmol, cedro y la sangre corre por los tabernáculos. Otros tienen templos, iglesias y edificios. No adoran al sol ni ídolos de barro o metal, sino al Gran Dios. Toda la multitud se postra ante el altar y ante los sacerdotes del gran Dios y le son sumisos.
Esta es la religión de la autoridad. Los hombres del tiempo y del espacio, pasamos por esta etapa. Conocen a Dios, pero NO saben de su paternidad. Se entregan leales e indefensos a la voluntad de los ministros y príncipes de sus iglesias. Reciben una precaria paz espiritual, a cambio de una total entrega y obediencia a las rígidas normas de la organización religiosa a la que pertenecen. Pero el Padre, igual los AMA.
La tercera religión
La tercera religión, la de la Experiencia, es la VERDADERA . Siempre llega si la buscamos. Es la religión final. La que yace en el fondo de tu ser. LA QUE DESCUBREN Y PRACTICAN TODOS AQUELLOS QUE SE HACEN UNO CON SU CREADOR. Que reconocen su filiación Divina. Es la Verdadera. Es la búsqueda PERSONAL E INTERIOR DEL PADRE. Es la más difícil y ardua. Es la EXCELSA religión que practicó Jesús de Nazaret.
Reflexiones
La religión institucional no puede proporcionar inspiración ni proveer liderazgo en esta próxima reconstrucción mundial y reorganización del Nuevo Mundo, porque desafortunadamente se ha vuelto más o menos parte orgánica del orden social y del sistema económico que está destinado a ser eliminado. Sólo la verdadera religión de la experiencia espiritual personal puede asistir y creativamente ayudar en la presente crisis de la civilización. Cuando una cantidad importante de éstas personas con una aguda religión personal se unen, se logra la verdadera Iglesia que Cristo fundó. Una religión sin marcas corporacionales.
La religión institucional ha caído en el estancamiento de un círculo vicioso. No puede reconstruir a la sociedad sin reconstruirse a sí misma primero; y puesto que es parte tan integral del orden establecido, no puede reconstruirse a sí misma hasta que la sociedad no haya sido radicalmente reconstruida. Asi que las profecías sobre la eliminación de las religiones organizadas alcanza en nuestros días un cumplimiento total.
Aunque la religión verdadera sea exclusivamente una experiencia espiritual personal -conocer a Dios como Padre- el corolario de esta experiencia -conocer al hombre como hermano- comprende la adaptación del yo a otros yos, y eso involucra el aspecto social o de grupo de la vida religiosa. La religión verdadera es primero una adaptación interior o personal, y luego se vuelve un asunto de servicio social o de adaptación de grupo religioso.
Todas las religiones del segundo orden han fracasado porque primero se adapta al individuo al grupo, y luego se intenta una maduración interior. Por esa razón hay tantas expulsiones y deserciones religiosas. Se han hecho las cosas al revés. Se ha planteado la religión como una experiencia social, y luego se deja a cada cual la experiencia personal.
El propósito de las actividades religiosas de grupo debe ser fomentar la atracción de los valores supremos; enaltecer el servicio de comunidad altruista; glorificar el potencial de la vida de familia; promover la educación religiosa; proveer asesoría sabia y guía espiritual; y alentar a la adoración comunitaria. Y todas las religiones vivas estimulan la amistad humana, conservan la moralidad, promueven el bienestar del vecindario y facilitan la difusión del evangelio esencial de sus respectivos mensajes de salvación eterna.
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Pero cuando la religión se vuelve institucionalizada, se limita su poder para el bien, mientras que las posibilidades del mal se multiplican grandemente. Notaos como los ancianos, pastores, ministros y sistemas religiosos se vuelven más negativistas que positivistas. Se pasa más tiempo en procesos judiciales y persiguiendo el mal, que en causas nobles para la comunidad humana. Se pasa tiempo hablando de prevenir el mal, en vez de vencerlo animando a hacer el bien.
Los peligros de una religión formalizada son: La fijación de las creencias y la cristalización de los sentimientos; la acumulación de los intereses establecidos con un aumento de la secularización; la tendencia a estandardizar y fosilizar la verdad; la desviación de la religión, del servicio a Dios al servicio a la iglesia u organización; la tendencia de los líderes a volverse administradores en vez de ministros; la tendencia a formar sectas y divisiones competitivas; el establecimiento de una autoridad eclesiástica opresiva; la creación de una actitud aristocrática de "pueblo elegido"; el fomentar ideas falsas y exageradas de lo sagrado; la rutinización de la religión y la petrificación de la adoración; la tendencia a venerar el pasado, ignorando al mismo tiempo las demandas del presente; la incapacidad de hacer interpretaciones contemporáneas de la religión; el enredo con las funciones de las instituciones seculares; la creación de una discriminación maligna en forma de castas religiosas; el volverse juez intolerante de la ortodoxia; la incapacidad de mantener el interés de la juventud aventurosa y la pérdida gradual del mensaje salvador del evangelio de la salvación eterna.
La religión formal frena a los hombres en sus actividades espirituales personales en vez de liberarlos para un servicio enaltecido de constructores del reino. A menudo, muchos miembros quieren hacer cosas maravillosas por el prójimo, incluso en la predicación o acciones por los necesitados, pero sufren el freno de las directrices religiosas o la presión de la urgencia de lo establecido como prioridad. La capacidad para el bien se vuelve limitada y la religión se vuelve mecánica.
El cristianismo primitivo estaba enteramente libre de toda vinculación civil, compromiso social y alianza económica. Sólo el cristianismo institucionalizado posterior se volvió parte orgánica de la estructura política y social de la civilización occidental.
El reino de los cielos no es un orden social ni económico; es un gobierno sobre una fraternidad exclusivamente espiritual de los individuos que conocen a Dios. Es verdad que tal hermandad es en sí misma un nuevo y sorprendente fenómeno social que produce asombrosas repercusiones en la humanidad.
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Recuerda siempre: la verdadera religión consiste en conocer a Dios como a tu Padre y al hombre como a tu hermano. La religión no es la creencia esclavizadora en los designios de un Dios tirano o en directrices esclavizantes.
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La religión de Jesús es la influencia más dinámica que haya activado jamás a la raza humana. Jesús destruyó la tradición, derrumbó el dogma e invitó a la humanidad al logro de sus ideales más elevados en el tiempo y en la eternidad -ser perfectos, así como el Padre en los cielos es perfecto.