martes, 22 de febrero de 2011

"No se dejen sacudir prontamente de su razón"

Cuando las  circunstancias mundiales  desarrollan condiciones que son favorables para el desarrollo de mayor paz, empleamos como evidencia de que se aproxima “destrucción repentina”, basándonos en las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 5:3, sobre algunos hombres que dicen “paz y seguridad”.

Sin embargo, el contexto de las palabras del apóstol es contrario a este punto de vista, pues afirma:

"Ahora bien, en cuanto a los tiempos y a las sazones, hermanos, no tienen necesidad de que se les escriba nada. Porque ustedes mismos saben bastante bien que el día de Jehová viene exactamente como ladrón en la noche. Cuando [los hombres] estén diciendo: "¡Paz y seguridad!", entonces destrucción repentina ha de sobrevenirles instantáneamente".

Puesto que el “Día del Señor" viene como un ladrón, está claro que el apóstol no dice que el que la gente hable de paz y seguridad sea algún tipo de señal o alarma en la forma de un pronunciamiento notable. Los ladrones no dan “indicaciones inequívocas” o "alarmas" para anunciar su llegada “inminente”. Es evidente que las palabras de Pablo se corresponden con lo que declaró anteriormente Cristo – que Su venida encontraría a la gente en un estado aparente de normalidad, viviendo normalmente, comiendo y bebiendo, casándose y dándose en matrimonio, construyendo y plantando, sin nada que excitase premoniciones o que diese indicios anticipados de que el juicio fuese a comenzar repentinamente.

Los pronunciamientos periódicos de “paz y seguridad” que han estado haciendo las naciones vez tras vez a lo largo de la historia, han sido insustanciales y de corta vida, y lo mismo es cualquier premonición que se base en ellos.

Tan atrás como en 1915, el primer presidente de la Watch Tower, C. T. Russell, expresó en una asamblea la idea de que el tiempo profetizado de paz proclamada había comenzado con la primera Conferencia de Paz en La Haya (1899). La I Guerra Mundial demolió los efectos de la conferencia de La Haya. Russell murió en 1916, en mitad de esa guerra.

En 1917, su sucesor J. F. Rutherford, dijo que después de la guerra habría un “corto período de paz” en cumplimiento de las palabras de 1 Tesalonicenses 5:3, después de lo cual vendría pronto el “fin”. Sin embargo, la “destrucción repentina” se retrasó, y en mitad de los años 30, Rutherford escribió que “ahora” había llegado el tiempo para el predicho pronunciamiento de paz (según él, se haría en Roma), que debería ser precedida por un silenciamiento global de la obra de los Testigos de Jehová. En lugar de esto comenzó la II Guerra Mundial. En 1940 Rutherford escribió que la guerra sería interrumpida por un corto período de paz, seguido inmediatamente por la guerra de Dios, el Armagedón.

Después de la muerte de Rutherford, en 1942 el folleto Peace – Can It Last? (escrito por Fred Franz, pero presentado por N. H. Knorr en forma de discurso principal en una asamblea), continuó afirmando (en la página 26) que el período de paz posterior a la II Guerra Mundial “tendrá una vida muy corta”, seguido rápidamente por Armagedón. Hoy, medio siglo después, todavía estamos viviendo en ese período de paz, que es más largo que cualquier otro anterior período de paz entre las mayores potencias de la historia.

En los años 70, con la mente puesta en el año 1975, las publicaciones de la Watch Tower afirmaban que "extraños acontecimientos están sucediendo en nuestro tiempo" y que la profecía de "paz y seguridad" "parece que está acercándose rápidamente a su cumplimiento".

El año 1986 fue declarado internacionalmente como "Año de la Paz" y esto permitió agitar más expectativas excitadas. La Watch Tower publicó su libro Verdadera paz y seguridad ¿de qué fuente? que incluyó la descripción ya citada de una proclamación próxima de "paz y seguridad", como "indicación inequívoca de que la destrucción mundial es inminente." En 1990, cuando la "guerra fría" se aproximaba a su final, el libro El hombre en busca de Dios (página 371) se refirió otra vez a 1 Tesalonicenses 5:3, diciendo:

"Ya está por cumplirse ante nuestros propios ojos otra sobresaliente profecía bíblica. . . .
Parece que las naciones que antes tendían a ser belicosas y a sospechar unas de otras ahora se mueven cautelosamente hacia una situación que les permitirá declarar que hay paz y seguridad mundial".

Notamos que después de siete décadas de estar promoviendo excitación por medio de afirmaciones cuya validez fue más corta que los propios movimientos de paz sobre los que se basaban no hay un cambio evidente en el panorama mundial, pese a que las conversaciones en Medio Oriente siguen hablando de Paz y Seguridad desde hace tiempo.

Todo el sentido excitado de urgencia que producen estas noticias pueden ser muy positivos, pero a la vez cansadores, porque provocan estados de relajación o descansos intermedios que hacen que bajemos la guardia en determinados periodos. Reconozco haber sido víctima de esos estados durante algunos ciclos, y ahora he llegado a la conclusión de que no debemos excitarnos prematuramente con falsas alarmas (evidentemente diseñadas por Satanás) que tienen el objeto de minar y agotar a los verdaderos cristianos. Esto nos recuerda la advertencia paulina:

"Sin embargo, hermanos, tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco mediante una expresión inspirada, ni mediante un mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová esté aquí. - 2 Tes. 2:1,2
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Jesús también nos advierte de no creer que todo suceso terminará inmediatamente en la gran tribulación:

"Dijo: “Cuidado que no los extravíen; porque muchos vendrán sobre la base de mi nombre, y dirán: ‘Yo soy ese’, y: ‘El debido tiempo se ha acercado’. No vayan en pos de ellos. Además, cuando oigan de guerras y desórdenes, no se aterroricen. Porque estas cosas tienen que suceder primero, pero el fin no [sucede] inmediatamente” - Lucas 21: 8,9.
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La excitación por cualesquier evento difiere considerablemente de la urgencia que se basa en la innegable incertidumbre de la propia vida y de nuestra existencia, debido a la relativa brevedad de nuestras vidas, como “una neblina que aparece por un poco de tiempo y luego desaparece” (Santiago 4:14).

Un entendimiento sereno de estos hechos puede darnos un sentido de urgencia apropiado, sano, basado en la realidad. Igualmente, la misma impredecibilidad de la venida del día del juicio de Dios puede impelernos a estar siempre “alerta” y “despiertos”, de modo que, sin importar cuando llegue ese día, nos encuentre preparados.

Sea que personalmente estemos con vida para ver cómo ocurre esto, o que muramos antes, nuestra esperanza permanecerá inalterable y su cumplimiento asegurado.

Debemos estar atentos a los acontecimientos globales, pero a la vez hay que mantener serenidad en éstos asuntos para de esa forma evitar ser entrampados.