"En lo que concierne a 1914, los Testigos de Jehová recibieron todo -gatillo, culata y cañón- de los segundo adventistas"- Lyman A. Swingle. Miembro del Cuerpo Gobernante fallecido en 2001.
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Hoy muchos testigos de Jehová hacen una especie de exclamación de orgullo al declarar que ellos han sido los primeros y únicos en decir que la Bestia de dos cuernos de Revelación corresponden a Gran Bretaña y Estados Unidos.
Sin embargo en absoluto fueron ellos los identificadores de los Estados Unidos como claves en la profecía bíblica. La idea de incluir a esa Nación es una herencia proveniente de los Adventistas.
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John Nevins Andrews fué Presidente de la Iglesia Adventista y un hombre clave en la teología de su movimiento así como de las ramificaciones siguientes. En septiembre de 1849 conoció a James y Elena de White. El 14 de mayo de 1867, Andrews fue elegido como el tercer presidente de la Asociación General Adventista (hasta el 18 de mayo de 1869), luego fue editor de Review and Herald (1869-1870). Fue un ferviente anti-trinitario y Andrews tuvo un papel fundamental en el establecimineto de la teología adventista. Entre sus logros más memorables en la interpretación profética adventista, fue identificar a la bestia de dos cuernos de Apocalipsis con los Estados Unidos de América.
Las ideas e interpretaciones Adventistas corresponden a su época y contexto histórico particular. Los dirigentes Adventistas de los inicios de la iglesia estaban convencidos de que las profecías del tiempo del fin en gran medida se cumplían rápidamente. El terremoto de Lisboa de 1755, el Día Oscuro de 1780, el cautiverio del Papa Pío VI en 1798, y la caída de las estrellas en 1833 habían ocurrido en un pasado reciente. Lo que se destacaba aún más, sin embargo, era el hecho de que Turquía quedara reducida a la impotencía en 1840, aparentemente en el día exacto que el predicador Josiah Litch había predicho, según su interpretación de Apocalipsis 9. Esto dio un tremendo impulso y una tremenda credibilidad a las predicciones ligadas a 1843-1844. Hasta que esas predicciones fallaron, los acontecimientos de los últimos días ligados a las profecías habían parecido que innegablemente se enfocaban sobre el mundo - como sucesivos disparos de cañón, debiendo sonar el próximo disparo en ocasión del clímax de la historia terrenal.
¿Qué podemos aprender de esos errores? ¿Estaba la Palabra de Dios equivocada? Como diría Pablo: ¡Jamás sea eso!
DEBEMOS RECONOCER QUE LA BIBLIA ES SU PROPIO INTERPRETE. ESTE PRINCIPIO EVITARA QUE VEAMOS EN CADA CRISIS DEL MEDIO ORIENTE UN CUMPLIMIENTO DE LAS PROFECIAS.
Patron/Modelo:Profecías Vestido:Historia
La profecía es el patrón que ilustra lo que pasará. La historia es el cumplimiento de lo que ilustro el patrón.
Nunca vamos de vestido a patrón. Siempre usamos el patrón para hacer el vestido. El patrón determina las medidas del vestido. De la misma manera es peligroso dejar que los eventos históricos determinen el significado de las profecías.
Debemos comprender primero las profecías bíblicas (el patrón) y luego buscar su cumplimiento en la historia (el vestido).
Urías Smith* cometio el error de decir que el Rey del Norte de Daniel 11 era Turquía. Cometio estos errores porque dejo que los periódicos (la historia) dictara el significado de las profecías (el patrón). Los evangelicos hoy día cometieron el mismo error que Urías Smith con Sadam Hussein, las naciones Árabes e Israel. La Watchtower tampoco se vió exenta de ésta situación y declaró en muchas ocasiones que algunos sucesos contemporáneos eran el cumplimiento en pleno de ciertas profecías. Así 1914, el año de internacional de la Paz en 1986, y un largo etc, han engrosado la lista. Muchos grupos en la Red recientemente también han caído en esta línea. Reconozco que yo mismo he sido víctima de ese pensar por algún tiempo. Y requiere un gran esfuerzo liberarse de esos patrones para emprender una búsqueda sincera de la verdad profética.
*Nota: Miembro del cuerpo editorial de la revista oficial de la iglesia adventista, la Review and Herald. fue el primer secretario de la Asociación General, aceptando este puesto en la organización de la Asociación General en la primavera del año 1863.
En otras palabras tenemos que respetar las reglas que nos proporciona la propia narración profética. La profecía nos describe ciertos eventos, nos da el molde, en los que finalmente los acontecimientos históricos calzan a la perfección. El error lo cometemos cuando la profecía la queremos adaptar a los sucesos históricos.
Un ejemplo del modo más apegado a la norma bíblica está expuesto en las entradas anteriores con respecto a Daniel capítulo 2 y la imagen. Nunca debemos violar la Unidad Visual de los símbolos proféticos. Cuando tenemos una secuencia clara y líneal presentada en una imagen, debemos mantener el respeto a esa línea visual y simbólica. Los pies de Hierro y Barro según la misma explicación de Daniel, y según el mismo símbolo visual, nos manifiestan la verdad sobre el asunto: Debemos entender que el mismo Imperio Romano continúa vivo (ramificado) de alguna forma en la presencia de una potencia actual. Pero esa continuidad es líneal y efectiva. No hay un "salto", o "laguna" profética.
Los expositores Adventistas pioneros interpretaban el Apocalipsis utilizando un principio de interpretación conocido como método histórico continuo. Empleando esta metodología, centralizaron sus esfuerzos en "seleccionar eventos históricos que pudiesen ser cumplimiento probable de las profecías [de Apocalipsis]". El peligro inherente al aplicar este método es que los expositores pueden ser llevados a forzar acontecimientos históricos en un texto sin adecuado soporte. Además de forzar el texto bíblico, esto todavía envuelve una injustificable aplicación selectiva de documentos históricos.
La única defensa contra el error y las interpretaciones cambiantes consiste en que hemos de respetar de manera fiel la propia información que nos da la Biblia, y que los sucesos presentados en ella nos den la pauta. No debemos hacer encajar las profecías con los hechos históricos. En realidad los hechos históricos precisos tienen que cumplir y someterse a las Profecías que tienen su propias reglas. Si aun un evento histórico no parece calzar con las profecías, pacientemente debemos aguardar su cumplimiento.
Por ejemplo el sexto capítulo de Apocalipsis trata de la apertura de los siete sellos, de los cuales el sexto nos conduce al tiempo en que los habitantes de la tierra exclaman: "Ha llegado el gran día de su ira [de Dios y del Cordero]". Así, no puede haber duda de que el propósito de las siete trompetas es universal, como lo es el propósito de las siete copas - popularmente conocidas como las siete últimas plagas -, que han sido estructuradas de manera semejante. Urias Smith interpretó incorrectamente Apoc. 6:12-17 en el sentido de que predecía el terremoto de Lisboa de 1755, el Día Oscuro de 1780, y la lluvia de meteoritos de 1833. Para entender correctamente este pasaje, hay que entender los conceptos del Antiguo Testamento que el Revelador empleó. El concepto clave del que se valió se expresa mejor en la frase del Antiguo Testamento "el día de Jehová".
Amós, escribiendo a mediados del siglo VIII A.C., es el primero a utilizar esa expresión. El caracteriza "el día de Jehová" como un día de tinieblas, cuando Dios hará "que el sol se ponga al mediodía" y la Tierra se estremezca (Amós 5:18-20; 8:8,9). Muchos otros escritores del Antiguo Testamento desarrollan ese concepto vívida y extensamente (Sof. 1:14-16; Eze. 32:7, 8; Jer. 4:19-25; y Joel 1:15-20; 2:2, 10, 30, 31; 3:15). Todos esos textos deben ser leídos.
A lo largo de todos esos textos hay acontecimientos y cambios detallados. Por ejemplo, en Amós 8:8,9, se dice que el sol se pondría "al mediodía", y en Isaías 13 se dice que el sol se oscurecerá al nacer, al paso que otros textos todavía presentan al sol como oscurecido por las nubes. Claramente, es imposible una interpretación correcta de tales detalles. No obstante, el punto básico de todas esas descripciones es comprensible. Primeramente, el evento descrito es un hecho cósmico (global y último), no local. Describe un colapso fundamental de todos los poderes terrenales y cósmicos. En segundo lugar, como queda implícito en la expresión "día del Señor", el evento es breve, no extensivo. Ocurre en un período de tiempo. En tercer lugar, es un día de ira y de juicio.
Apoc. 6:12-17 concuerda con precisión. En los versículos 15-17 el día es caracterizado como de ira. Los versículos 12-14 revelan la naturaleza cósmica del evento. Todos los (1) cuerpos celestes son estremecidos en los versículos 12b-14a, y los montes de la (2) tierra y las islas del (3) mar son estremecidos en los versículos 12a y 14b. Por fin, no hay interrupción en la acción a lo largo de todo el pasaje. Se trata de un evento único (no extensivo) y singular (no repetitivo) de principio a fin. En este punto, sería bueno releer Isaías 13:6-13 por entero. Allí no encontramos un terremoto ocurriendo en cierta ocasión en cierto lugar, y después en otro lugar, y más tarde todavía, el sol y la luna siendo afectados en otro lugar, y, por fin, todavía posteriormente las estrellas siendo estremecidas. En vez de eso, tal como en Apoc. 6:12-17, Isaías hace una descripción polifacética de un acontecimiento. La noción popular entre los Adventistas del Séptimo Día de un intervalo de tiempo entre todos esos eventos, y un intervalo particularmente grande entre los versículos 13 y 14, es meramente una suposición añadida al texto.
Así, desde un punto de vista puramente exegético, el terremoto de Lisboa de 1755, el Día Oscuro de 1780, y la lluvia de meteoritos de 1833 no corresponden al evento mencionado en Apoc. 6:13-17. De manera similar, esos eventos no se ajustan a la profecía desde el punto de vista histórico y científico.
Todos éstos hechos nos tienen que otorgar grandes lecciones si queremos encontrar la Verdad.
Algo similar ocurre con la interpretación de que la potencia Angloamericana es la Bestia de Dos Cuernos. Solo cuando veamos renacer a la Bestia Salvaje y se le de una autoridad de 42 meses, estaremos en condiciones de observar un poco antes quién es la Bestia de Dos Cuernos.
Llama la atención que la idea de Estados Unidos provenga de Iglesias Estadounidensses del siglo 19. Tanto los Adventistas, la Watchtower y otros grupos han calificado a su Nación como la protagonista. Pero ésto ha sido en base a interpretar un pasaje que aún no ocurre todavía. Por lo tanto, hay gran riesgo de engaño en promover una idea con fuerza que se ha perpetuado hasta hoy.
Es posible que a muchos testigos (e incluso adventistas) ésta entrada les provoque cierta reflexión. Ese es el objetivo. Somos víctimas de la herencia religiosa e interpretativa de grupos que han precedido a las personas de ésta generación.
Nunca olvidemos el caso de Urías Smith y los adventistas de ésa época. Los sucesos del terremoto de Lisboa de 1755, el Día Oscuro de 1780, y la lluvia de meteoritos de 1833 parecían encajar con la profecía bíblica y daban la impresión de ser el cumplimiento. Sin embargo, no estaban respetando el patrón y las reglas del juego que proporcionaba la narración bíblica. Lo mismo ocurre con la potencia Angloamericana. Hoy puede parecer que cumple las expectativas proféticas de muchos. No obstante, puede estar muy alejada del tejido de la profecía y del patrón que ésta nos debe gobernar.
Bendiciones.