domingo, 12 de julio de 2009

La responsabilidad del receptor


Como seres humanos a veces cometemos el error de observar demasiado al cartero que a la carta. Debemos centrar nuestra atención en el mensaje y no en el mensajero. Esto evita que sus errores, e imperfecciones nos distraigan del mensaje...

Por ejemplo, cuando un orador no es elocuente, suele pasar que nos distraemos. Debemos hacer un esfuerzo por escuchar su mensaje y no centrarnos en su persona.

Jehová se ha valido desde tiempos inmemoriales de cualesquier medio para transmitir sus mensajes:

Lo ha hecho a través de pastores, reyes, agricultores, jardineros, académicos, iletrados, enemigos, animales y aparentes casualidades...

No obstante, la tendencia humana es venerar al mensajero. Sin duda para Jesús su mensaje era mas importante que el mismo. No obstante, la cristiandad lo tiene en altares e iglesias como una figura a adorar mientras que el pueblo religioso permanece ignorante de su mensaje.

Esa es la razón de humildad que ha hecho que quienes redactan los artículos y libros de estudio, no coloquen sus nombres. Esa es la razón que siempre nos motiva a que no os centréis en nosotros sino en el importante mensaje que se declara. Y si llevas a otros a la verdad, procura que sigan al Cristo y no a ti como figura.

El mejor maestro no es quien tiene mas discípulos, sino que logra que sus discípulos sean maestros.

Por ejemplo, en el estudio de la ultima revista aparece que debemos estar atentos a las señales y a alguna instrucción urgente. Ya se nos ha estado preparando. El receptor del mensaje tiene la responsabilidad de captar y entender que es lo que nos muestran los acontecimientos, las publicaciones y las ayudas secundarias como estas paginas que os puedan servir.

Es vital despejar nuestra mente de tanta distracción que nos impide ver lo que pueda aparecer súbitamente...

Estamos a punto de llegar al puerto. Tengamos cuidado. Al final siempre se hunde el suelo. Solo recordemos a Moisés...