lunes, 10 de agosto de 2009

¿Quién era "El Rey de Salem"?


El nivel más Alto de la Revelación dada al hombre evidentemente lo ostenta Jesús de Nazaret, que reveló a la Humanidad la verdadera realidad de la condición humana y la naturaleza de Dios. Pero también hay un personaje que fue un predecesor y un “reflejo” de lo que haría el Hijo del Hombre en la Tierra. Nos referimos a Melquisedec, el “rey de Salem”. Este extraño y poco comentado personaje aparece mencionado pocas veces en las Escrituras, pero es fundamental en la comprensión del Ciclo de las Revelaciones dadas al hombre. También la época de su aparición es clave en términos cronológicos.

Para algunos estudiantes de la Biblia Melquisedec era Sem, uno de los hijos de Noé. Para C.T.Russell Melquisedec fué el contructor de la gran pirámide de Egipto. No obstante, aunque éstas ideas son interesantes, la propia Biblia nos ofrece una respuesta clara y rotunda, aunque díficil de aceptar.

Pablo escribió sobre la importante relación entre Cristo y Melquisedec. En Hebreos 6:20 se escribe: “donde un precursor ha entrado a favor nuestro, Jesús, que ha llegado a ser sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre”. Y después se nos dice:

“Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió al encuentro de Abrahán cuando este volvía de la matanza de los reyes, y lo bendijo, y a quien Abrahán repartió el décimo de todas las cosas, es primeramente, según se traduce, “Rey de Justicia”, y después también es rey de Salem, es decir, “Rey de Paz”. Estando sin padre, sin madre, sin genealogía, sin tener principio de días ni fin de vida, pero habiendo sido hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote perpetuamente.” (Hebreos 7:1-3)

Esta exposición de Melquisedec es clarísima. Muestra un encuentro de él con Abrahán que involucró su bendición. Pero después de explicar la expresión “rey de Salem”, agrega en este extraño relato (para algunos que lo leen detenidamente) que Melquisedec no tenía ni padre, ni madre, y no tenía genealogía, ¡sin tener un origen material humano!, o sea como dice: “sin tener principio de días ni fin de vida, pero habiendo sido hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote perpetuamente”. Estamos hablando claramente entonces, de un personaje, que no tiene origen humano, evidentemente de un Ángel materializado, un Ser espiritual de una alta jerarquía que vino a la Tierra como Maestro materializado (con la forma de todo un hombre mortal) para elevar a las humanidades primitivas hacia la verdad de Dios. Abrahán fue uno de sus discípulos. Las revelaciones dadas al hombre armonizan con este pasaje de Pablo, además de otros escritos y comentaristas que opinan lo mismo. Pero Pablo continua su exposición:

“Contemplen, por lo tanto, cuán grande era este hombre a quien Abrahán, cabeza de familia, dio el décimo de los despojos principales. Es verdad que los hombres de los hijos de Leví (Pablo en este relato comparaba el sacerdocio levita de Aaron que fue siglos después de la venida de Melquisedec con el Crístico) que reciben su oficio sacerdotal tienen mandamiento de cobrar los diezmos del pueblo según la Ley, es decir, de sus hermanos, aunque estos hayan procedido de los lomos de Abrahán; pero el hombre que no derivó de ellos su genealogía (Melquisedec) tomó diezmos de Abrahán y bendijo al que tenía las promesas. Ahora bien, sin disputa alguna, lo menor es bendecido por lo mayor. Y en el primer caso, hombres que mueren (levitas) son los que reciben los diezmos, pero en el otro caso (Melquisedec) es alguien de quien se da testimonio de que vive. Y, si se me permite usar la expresión, mediante Abrahán hasta Leví, que recibe diezmos, ha pagado diezmos, porque este todavía estaba en los lomos de su antepasado cuando Melquisedec salió a su encuentro”. (Hebreos 7:4-10)

El pasaje muestra el carácter superior y celestial del arreglo de Melquisedec- Abrahán, pero nuevamente recalca que Melquisedec era alguien superior en forma humana, pues dice: “pero en el otro caso es alguien de quien se da testimonio de que vive”. Luego Pablo agrega: “Y es aún más abundantemente claro que con semejanza a Melquisedec se levanta otro sacerdote (Jesús de Nazaret), que ha venido a serlo, no según la ley de un mandamiento que dependa de la carne (levitario), sino según el poder de una vida indestructible, pues se dice en testimonio: “Tú eres sacerdote para siempre a la manera de Melquisedec”. Así que Jesús no es solo sacerdote y rey, en el sentido de no tener sucesores, ni ancestros sacerdotales, sino que al igual que Melquisedec fue un sacerdocio real de Orden superior, de un origen celestial. Melquisedec fue un Ser superior materializado. Jesús también fue de origen superior (no se materializó pero sí nació en la carne) que regresó al cielo. Vemos claramente una estrecha relación (no solo legalista) sino de un origen más alto. Aquí observamos claramente un Ciclo de enviados a la Tierra con grandes misiones. Evidentemente Jesús ostenta el primer rango, pero en este ciclo es precedido por Melquisedec que aparece en la Tierra alrededor del 1973 antes de Cristo y el pacto con Abrahán, hecho 40 años después, en 1933 antes de Cristo. Poco tiempo después el “Sabio de Salem” dejaría la Tierra. Claramente, vemos un Ciclo de casi 2000 años de una Revelación Directa dada a la Tierra en la persona de grandes Maestros Cósmicos que vienen a refrescar la visión de Dios a una humanidad que la recibe, pero la desgasta y seca con el paso de las generaciones y siglos.

Melquisedec fue revolucionario en su mensaje para su época. En realidad preparó el terreno para que Abrahán y sus hijos mantuvieran la verdad de un único Dios verdadero “El Altísimo” “Productor de cielo y tierra”, El Elyón, como le llamaba Melquisedec. En esa época el politeísmo amenazaba con borrar la Verdad acerca de Jehová (la familia de Abrahán fue al principio politeísta (de Ur) y no todos sus parientes se convirtieron al mensaje como se ve en Génesis (Josué 24:2; Génesis 31:19, 30)), y fue precisa la intervención de Melquisedec en Palestina para mantener el Monoteísmo y preparar a la nación que debería mantener esta verdad: Israel, los hijos de Abrahán. Todo evidentemente preparaba y allanaba el terreno para la visita que haría Jesús a la Tierra dos mil años después, cuando Jesús ahora inyectaría una visión aún más profunda sobre Dios: El Creador ya no solo era el único Dios verdadero (los judíos ya lo sabrían) sino que es un Padre, un Abba de la humanidad y de cada hombre, declarando el Reino de Dios y la Fraternidad Humana. Un Mensaje que aún es necesario refrescar hoy, debido a la traición hecha por las Iglesias al mensaje Crístico.

Pero el carácter superior de la Religión de Salem se evidenció en como Melquisedec recibe a Abrahán. Génesis 14:18 lo expresa: “Y Melquisedec rey de Salem sacó pan y vino, y él era sacerdote del Dios Altísimo. Entonces lo bendijo (...)”. Es muy digno de notar que Melquisedec no utiliza un sacrificio animal, tan común en aquel tiempo, para recibir a Abrahán, sino que adelantándose a Cristo dos mil años, utiliza en la bendición Pan y Vino, demostrando el carácter avanzado y revelatorio de la religión de Salem. De hecho este encuentro con Abrahán, prefiguró la última cena de Jesús con sus apóstoles (descendientes de Abrahán) estableciendo el pacto Crístico utilizando Pan y Vino. Jesús efectivamente llegó a ser “sumo sacerdote a la manera de Melquisedec para siempre” en todo aspecto.

En Salem, lugar que siglos después llegó a ser Jerusalén, Melquisedec fundó una escuela de enseñanza. Apóstoles y misioneros llevaron el mensaje por todo el mundo antiguo. Algunas de estas enseñanzas penetraron en la India, constituyendo cierta base para las ideas budistas posteriores. En Egipto, el Faraón Akenatón (Amenofis IV) hizo suya la religión de Salem e intentó fallidamente eliminar el politeísmo degradado haciendo converger la idea de un solo Dios verdadero, luchando contra aquella idolatría.

También se enviaron maestros a las regiones más remotas tanto de Europa como de Asia. Los misioneros de Salem penetraron en toda Europa, hasta las Islas Británicas. Un grupo fue por el camino de Faroes hasta Islandia, mientras que otro atravesó China y llegó a los japoneses de las islas orientales. La vida y experiencias de los hombres y mujeres que se aventuraron desde Salem, Mesopotamia y el lago Van para esclarecer a las tribus del hemisferio oriental constituyen un capítulo heroico pero a la vez desconocido en los anales de la raza humana.

Pero la tarea era tan grande y las tribus tan retrógradas que los resultados fueron vagos e indefinidos. De una generación a otra el evangelio salemita fue acogido aquí y allí, pero excepto en Palestina, la idea de un solo Dios nunca consiguió la lealtad continuada de una entera tribu o raza. Mucho antes del advenimiento de Jesús, las enseñanzas de los primitivos misioneros de Salem en general se habían sumergido en las más antiguas supersticiones y creencias universales. El evangelio original de Melquisedek había sido absorbido casi totalmente en las creencias de la Gran Madre, el Sol y otros cultos antiguos. Por lo tanto, las enseñanzas de Salem, a pesar de haber llegado a lugares lejanos, se oscurecieron debido al paso del tiempo y diversas fusiones. Pero sí se preparó el terreno para la existencia de Israel y de otros pueblos que intentaron encontrar la verdad, aunque parcialmente.

Poco después de la Destrucción de Sodoma y Gomorra, Melquisedec dejó la Tierra y su asignación como Maestro a la raza humana. Sus discípulos harían el resto. Existe el peligro de que las tribus antiguas terminen adorando la figura del Maestro más que prestar atención a su mensaje, así que por lo general ningún Maestro Cósmico enviado a la Tierra se extiende más de lo debido en su misión, ya que podría acarrear problemas añadidos y complicaciones a la misma obra de enseñanza que hacían.

Algunos salmos y proverbios fueron escritos por maestros descendientes de Salem, hablando la realidad de este Maestro que visitó la Tierra hace casi cuatro mil años. Y ya que se recalca la similitud entre Melquisedec y Cristo vemos el ciclo de alrededor de casi 2000 años de inspección al Planeta por las altas jerarquías galácticas espirituales. Ciertamente es un ciclo muy aproximado, pero que no nos permite un cálculo exacto, ya que “el día y la hora nadie lo sabe”, pero si es una prueba indiscutible, un ciclo, que armoniza con las otras pruebas proféticas que hablan de que estamos en un límite. Hay pruebas de que vivimos en una época revelatoria de verdades a la humanidad. “El verdadero conocimiento se haría abundante en el tiempo del fin” dice Daniel. Es evidente que estamos “abriendo los ojos interiores” y que la Parausía de Jesucristo se acerca en sentido pleno ya que él prometió volver. El Ciclo nuevamente en esta época lo cerraría el propio Jesús, con una intervención superior espiritual de Juicio a la Civilización actual que termina su vida.

Probablemente Melquisedec tuvo el encuentro con Abrahán cerca o alrededor del año 1935/1933 a.EC. 1967 años mas tarde, Jesús de Nazaret se reúne con los apóstoles y finaliza su revelación humana. Entre el año 2000/2001 la humanidad entra en un periodo final de inspección e incluso el caudal de revelaciones comienza a fluir. Sin duda, estamos en tiempos claves en el arreglo de Dios.