lunes, 3 de enero de 2011

Reflexiones en puertos lejanos

Éste blog no es recomendable para nuevos  o personas con creencias religiosas cristalizadas. Lo he dicho antes.  Las últimas entradas y la reacción de ciertos lectores, me han hecho entrar en una profunda fase de meditación para analizar si debo continuar o no. Quizás una gran mayoría de lectores no están preparados para un avance de progreso interior. Si sus creencias religiosas o marco de acción, no le permite evolucionar, es mejor que deje de leer éste blog. Por favor, no siga leyendo. Si por el contrario, cree en la búsqueda de la aventura religiosa personal es bienvenido a seguir en éste viaje.

Los descubrimientos intelectuales y espirituales, constituyen siempre una «aventura» y un riesgo. Pero sólo los audaces, los que obedecen a un “tirón interior”, están capacitados para enfrentarse a ello. Sólo ésos, los auténticos «buscadores» de la Verdad, saben explorar con resolución y sin miedo las realidades de la experiencia religiosa personal.

Y estas victorias, único objetivo de la existencia humana, sólo conducen a un fin: la búsqueda personal de Dios. En verdad toda mujer y hombre que se empeñe en esa suprema aventura encontrará al Padre, incluso en el desaliento de las dudas. La religión del espíritu significa lucha, conflicto, esfuerzo, amor, fidelidad y progreso. La dogmática, por el contrario, sólo exige de sus fieles una parte ínfima de ese esfuerzo. Nunca olvidemos, que la tradición es un sendero fácil y un refugio seguro para las almas tibias y temerosas, incapaces de afrontar las duras luchas del espíritu y de la incertidumbre. Los hombres de fe viajan siempre por los difíciles océanos, a la búsqueda de nuevos horizontes. La mayoría, en cambio, se limitan a costear o fondean sus inquietudes al abrigo de puertos limitados, impropios de «navíos» que han sido hechos para audaces y lejanas singladuras.


Mientras tanto, estaré en una etapa de reflexión.