Cuando un hombre de Corinto cometió inmoralidad y no mostró arrepentimiento, Pablo dijo a la congregación: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre". (1 Cor. 5:11-13)
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Queda claro que los cristianos deben evitar la compañía de las personas con éstas características y que se mantienen en el pecado. Tal como se analizó en una entrada anterior, Pablo luego dice que hay que REMOVER al hombre inicuo de en medio de la congregación. Esto significa que hay que colocarlo a "distancia". Sin embargo, el término "expulsión" no debería aplicarse a ésta acción. Por supuesto, ésto no tiene nada que ver con la renuncia voluntaria que alguién quisiera hacer. Esto último no puede calificarse como expulsión ni remoción y, por lo tanto, las palabras de Pablo no aplicarían, puesto que esa persona que renuncia al grupo puede que lo haya hecho por razones personales y no sea un practicante del pecado.
Notemos que Pablo habla de personas que alegan ser cristianas y que son inmorales, son avaras, son borrachas, etc. Claramente las palabras del apóstol se relacionan con un curso de vida continuado, una característica y factor distintivo en el que se encuentra la persona en ese momento. El adherirse a esa instrucción apostólica no representa problema de complejidad relevante para los cristianos. No debería ser difícil distinguir si una persona es alguien que, de ser nuestro invitado, represente un claro peligro, una influencia corrupta, para la moralidad y la fe cristiana de nuestra familia, y de nuestros hijos.
Notemos ahora bien, el proceder de la congregación de Corintios en la segunda carta. Aquí nuevamente se vuelve a hablar del pecador mencionado en la primera carta.
"Ahora bien, si alguien ha causado tristeza, ese no me ha entristecido a mí, sino a todos ustedes hasta cierto grado —para no ser demasiado severo en lo que digo—. Esta reprensión dada por la mayoría es suficiente para tal hombre, de modo que, al contrario ahora, deben perdonar[lo] bondadosamente y consolar[lo], para que de un modo u otro tal hombre no sea tragado por hallarse demasiado triste. Por lo tanto, los exhorto a que confirmen su amor para con él. Pues con este objeto también escribo para conseguir la prueba de lo que ustedes son, si es que son obedientes en todas las cosas. Cualquier cosa que le perdonen bondadosamente a cualquiera, yo también se la perdono. De hecho, en cuanto a mí, lo que yo he perdonado bondadosamente, si es que bondadosamente he perdonado algo, ha sido por causa de ustedes a vista de Cristo; para que no seamos alcanzados por Satanás, porque no estamos en ignorancia de sus designios". - 2 Corintios 2:5-11
Notamos el consejo bíblico con el mismo equilibrio que el anterior. Puesto que era evidente que el hombre inmoral cesó su conducta inmediatamente al ser "colocado a distancia", se anima ahora a la Congregación a Perdonarlo. Pablo dice claramente que dicha "reprensión dada por la mayoría es suficiente" para tal hombre. Una vez que el pecador deja de tener la práctica del mal y ya no sigue realizando actos inmorales debido a su arrepentimiento, no hay razón bíblica para mantenerlo alejado del grupo o congregación religiosa. Tampoco habría razón para darle el plazo de un año, etc.
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Muchas veces en las religiones la persona es considerada en “condición de expulsada”. En adelante no se trata ya de lo que esté haciendo en la actualidad ni de la vida que esté llevando, sino de esa condición o status en la que se encuentra. Unicamente podrá salir de esa situación siguiendo al pie de la letra el procedimiento diseñado por la organización. La decisión en cuanto a declarar como finalizado o no el “status” de expulsado corresponde por entero a un comité judicial de ancianos.
Así una persona joven podría ser expulsado por algún acto de inmoralidad sexual. Podría tomar la decisión de no seguir los pasos para su “restauración” y el final de su “status” como expulsado. Sin embargo, puede no envolverse nunca más en inmoralidad sexual, se puede casar, tener hijos, mostrar ser un esposo fiel, un buen padre, y una persona honesta y responsable que se deja guiar por los principios cristianos. Aún así, independientemente de los años transcurridos o de la clase de persona que muestra ser, se le sigue considerando de la misma manera como una persona inmoral, de influencia corruptora, una persona con quien los demás cristianos, incluyendo a sus familiares, no deben asociarse. ¿Por qué razón? Por no haber seguido los pasos legalmente establecidos por la organización para dejar la “condición de expulsado” y ser declarado oficialmente dentro de la pauta para la consideración de asociado. Si el padre de la parábola del hijo pródigo se hubiera regido por semejantes normas, cuando hubiera visto al hijo rebelde acercarse a casa, en lugar de correr a su encuentro y abrazarlo como hizo, habría insistido en que primero compareciera ante un comité de tres personas para determinar si el padre estaba justificado para expresar tal interés y afecto paternal.
Me parece que esa parte es el problema de la "expulsión". En realidad se ha vuelto un asunto técnico, un procedimiento extra-bíblico impuesto por la organización y que carece de respaldo bíblico.
El acto de separar y colocar a distancia al pecador y no asociarse con él es correcto. Pero solo debería mantenerse en personas que continuan dicha conducta peligrosa e inmoral. El resto es añadir a las Escrituras e imponer procedimientos que los ancianos están obligados a obedecer. Es el tecnicismo y añadidura a la Palabra lo que nuevamente genera el problema.
Se seguirá analizando éste tema en otra entrada.