lunes, 9 de mayo de 2011

El Ministerio de la Mujer - Parte II

"No hay ni judío ni griego, no hay ni esclavo ni libre, no hay ni varón ni hembra; porque todos ustedes son una [persona] en unión con Cristo Jesús" -Gálatas 3:28.

Nota: Debe leerse la entrada anterior para tener el cuadro completo.
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Ahora haremos el estudio de aquellos textos que tradicionalmente se han usado para apoyar la posición de subordinación de la mujer y, por tanto, limitar su ministerio dentro de la congregación. Muchos de estos textos están llenos de notorias dificultades exegéticas. Sin embargo, estas dificultades nunca han sido un obstáculo para que se hayan usado a modo de prisma a través del cual interpretar todos los demás, aunque de acuerdo con el principio de analogía de la fe, todo pasaje, en especial si es oscuro, ha de examinarse a la luz de los demás, presididos por los más claros y recurriendo a todos los datos que nos ofrece la Escritura. De ésta forma, evitamos la interpretación apresurada y sectaria.
 
En primer lugar vamos a analizar la exégesis que tradicionalmente se ha hecho de 1 Corintios 11:2-16, y algunos de los problemas que plantea el interpretar este pasaje desde un punto de vista jerárquico, como si Dios estuviera estableciendo una cadena de mando.
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"Pero quiero que sepan que la cabeza de todo varón es el Cristo; a su vez, la cabeza de la mujer es el varón; a su vez, la cabeza del Cristo es Dios" - 1 Corintios 11:3
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Un escritor inspirado como Pablo sabe exactamente cómo describir una jerarquía en una escala de importancia decreciente. Si estuviera describiendo una cadena de mando, es evidente que trastocó el orden de dicha jerarquía de poder. Empieza con Cristo-hombre, lo cual en una jerarquía de poder estaría en segundo lugar, continúa con hombre-mujer, lo cual estaría en tercer lugar, y termina con Dios-Cristo, que debería estar en primera posición. Pero, ¿establece Pablo una cadena de autoridad y jerarquía?

La palabra "kefalé" ("cabeza") era usada en el mundo secular y religioso griego con el significado de "fuente" u "origen", y no con el de "gobernante". Este hecho lo confirma la traducción al griego del texto hebreo del Antiguo Testamento (Escrituras Hebreas) conocido como la Septuaginta. La palabra hebrea para cabeza "ros", comúnmente usada para líder o gobernante, es traducida al griego por otra palabra diferente a "kefalé" más de 150 veces.
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Otra constatación de que en griego no se usaba esta palabra en el sentido de autoridad, la tenemos cuando analizamos las palabras que aparecen en las Escrituras Griegas Cristianas para referirse a personas que estaban en posiciones de autoridad.
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En general, se usa la palabra "arché" o "hegemon", y sus derivados. En ningún caso se menciona el término "kefalé".
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Para hablar del "cabeza de familia" se una la palabra "oikodespotes" (Lucas 13:25; 22:11). Es interesante notar que Pablo usa la forma verbal de esta palabra cuando recomienda a las viudas jóvenes que se casen, críen hijos y "gobiernen su casa" (1 Timoteo 5:14), con lo cual vemos que para Pablo, el "gobierno" no era algo exclusivo de los hombres. El verbo significa "ser cabeza o guía de una familia" y lo aplica tanto a hombres como a mujeres.

Por otra parte, cuando Pablo habla de los dones espirituales en 1 Corintios 12, comparándolos con las diferentes partes del cuerpo, no le da ninguna connotación especial a la cabeza, a la que cita como una parte más del mismo, comparándola con los pies. Si Pablo hubiera entendido el término cabeza como hoy lo entienden quienes hacen una interpretación jerárquica del mismo, no lo habría puesto como un ejemplo más para enseñar el concepto de diversidad dentro de la unidad. Cita, además, el ojo y la oreja como partes del cuerpo, con lo cual es evidente que para él la cabeza no era una parte diferente del cuerpo dotada de una capacidad rectora, y que cuando atribuye a Cristo el término "cabeza" no lo entendía en sentido jerárquico sino de origen. Cristo es el origen del cuerpo, que incluye la cabeza como parte del mismo, que es la iglesia. Ésto queda patente porque en el mismo contexto del capítulo 11 cuando Pablo habla de las "cabezas" dice a continuación:

"Porque el varón no procede de la mujer, sino la mujer del varón;  y, más aún, el varón no fue creado por causa de la mujer, sino la mujer por causa del varón" - 1 Corintios 11:8,9.

Como observamos, "cabeza" es el origen y no "autoridad" en un sentido humano. El cristianismo verdadero nos recuerda que todos somos una familia, miembros de una unidad sobrehumana que nos conecta como "sarmientos" a Cristo, la "Vid" verdadera, un "organismo" superior en una comunión maravillosa. Es esa relación la que nos hace verdaderamente obedientes, y no la imposición jerárquica primitiva.

Es interesante también analizar otros textos donde aparece la palabra "kefalé" para determinar su sentido. Por ejemplo, la expresión "Kefalé gonias" que se suele traducir como "piedra angular" (Mateo 21; 42; Marcos 12:10; Hechos 4:11; 1ª Pedro 2:7). Esta expresión hace referencia a la parte de los cimientos del edificio, de donde éste surge y se fundamenta. La yuxtaposición de "fundamento" y "piedra angular" en Efesios 2:20 confirma la idea de que en griego la palabra "kefalé" se usaba en el sentido de "origen" y no de "autoridad".
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En realidad, la única ocasión en que aparece la palabra "autoridad" en este pasaje es para hablar de la autoridad de la mujer (verso 10). El término usado es "exousia", que aparece 103 veces en el Nuevo Testamento, siempre en voz activa, con lo cual la expresión "tener autoridad sobre" no se refiere nunca a una autoridad externa diferente del sujeto de la oración. Su significado es claro en todos los casos (Marcos 6:7; Lucas 19:17; Apocalipsis 2:26, etc.), excepto en este texto, donde la mujer, que es el sujeto, no es la que ejerce la autoridad, sino que es objeto de dicha autoridad. La única razón para entenderlo así, no es el análisis lingüístico del término, sino el supuesto previo de que la mujer no puede ejercer ningún tipo de autoridad, ni siquiera sobre ella misma.
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En realidad, el tema en estos versos no es el diferente status de hombres y mujeres en términos de señorío y sumisión, pues tanto el hombre como la mujer se describen ejerciendo el mismo ministerio al profetizar (1 Corintios 11 versos 4 y 5). Si Pablo hubiera querido enseñar la subordinación de la mujer en virtud de la primacía del hombre en la creación, lo propio habría sido prohibir a la mujer el ejercicio del liderazgo al profetizar. El profetizar era el segundo ministerio en cuanto a autoridad, como aparece definido en las Escrituras Griegas. Era un rol difícilmente aplicable a los miembros subordinados de la congregación. El hecho de que Pablo no haga tal prohibición indica que la subordinación no es el tema de este pasaje.
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El tema no son los diferentes roles de hombres y mujeres, sino el protocolo en la adoración. Pablo probablemente quiere combatir ciertos conceptos que estaban arraigados en la sociedad corintia, debido a la práctica existente en ciertos cultos paganos de cambio ritual de sexo, como en los cultos a Cibeles y a Dionisos. Pablo no quiere que se confunda la nueva libertad en Cristo, donde ya "no hay ni judío ni gentil, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer", con este cambio ritual de sexos practicados por los paganos.

Una lectura cuidadosa de la carta nos muestra que la influencia del paganismo y prácticas inmorales y mundanas podía influir en dichos cristianos. Es bajo éste contexto que debemos analizar la carta y sus pasajes. No podemos hacer una separación sectaria de sus frases, para interpretarlas como normas universales aplicadas al cristianismo en general.

Por otra parte, también Pablo quiere dejar claro que la mujer no es un ser inferior ni maligno, como defendían los filósofos de la época. En el contexto de una iglesia formada por personas que tenían arraigadas estas creencias, las afirmaciones de Pablo en este pasaje van encaminadas a afirmar la común humanidad de hombres y mujeres. Todos son Hijos de Dios en medio de una fraternidad proclamada por Jesús.  La mujer fue formada de la misma sustancia que el hombre y compartía las mismas cualidades, sin menoscabo de las diferencias externas que a ambos caracterizaban y cuya desaparición resultaban indecorosas.
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¡Es por esa razón que Pablo habla de que el varón es el origen (cabeza) de la Mujer! ¡Es para señalar que la mujer fue formada de la misma sustancia que el hombre y compartía las mismas cualidades, de la misma forma que el Cristo proviene del Padre y merecia dignidad y consideración! Asi Pablo combatía las ideas paganas e ideas filosóficas que cercaban a los Corintios.

Para Pablo, el estado de descontrol y desorden que reinaba en la iglesia de Corinto, podía provocar confusión si un desconocido entraba durante la celebración del culto, porque podía pensar que estaban bajo la misma locura de los que adoraban a Dionisos. Por otra parte, la mayoría de las mujeres, tanto judías como gentiles, no recibían instrucción religiosa, por lo que era normal que durante los cultos preguntaran cuando no entendían lo que estaba sucediendo, creando mayor confusión todavía. Es en este contexto que hay que entender el capítulo 14 de 1 de Corintios. A tres grupos diferentes les pide que guarden silencio: a los que hablan en lenguas sin que haya un intérprete, a los que profetizan al mismo tiempo, y a las mujeres. En los dos últimos casos Pablo les exhorta al autocontrol (versículos 32 y 34), usando el mismo verbo "hupotasso", que en voz media indica que la persona realice la acción sobre sí misma. Esta idea normalmente aparece en las traducciones del verso 32, pero no así en las del 34. ¿Cómo es posible traducir el mismo verbo de forma tan diferente cuando se refiere a las mujeres? La única explicación es que el traductor está imponiendo sobre el texto sus supuestos teológicos. Literalmente el texto dice en realidad: "que las mujeres se controlen a sí mismas, como la ley dice".

Los eruditos bíblicos han tratado de encontrar tal ley en el Antiguo Testamento o en la tradición judía, sin conseguirlo. La razón es que Pablo no está aludiendo a la Ley con mayúscula, como traduce la Reina-Valera o la Traducción del Nuevo Mundo. Sería inconcebible que Pablo, el gran defensor de la gracia frente a la Ley, acudiera ahora a ella. Pero, además, es que no hay ni un solo texto en el Antiguo Testamento que afirme tal cosa. Ni siquiera la T.N.M puede entregar referencia alguna a cierto pasaje de las Escrituras Hebreas que afirme tal cosa.

En realidad, parece que Pablo estaba haciendo referencia a la ley civil de la sociedad Greco-Romana, que ponía límites a los excesos de ciertas prácticas religiosas, especialmente llevadas a cabo por mujeres. Algún culto, como el de Isis, era considerado políticamente como peligroso, ya que proclamaba la igualdad entre hombres y mujeres, algo que socavaba los fundamentos de la sociedad de la época. El Senado Romano también tomó acciones en contra del culto a Dionisos, uno de los más populares entre las mujeres, que a veces usaban la religión como un medio de protesta y de hostilidad hacia los hombres. Se entiende, por tanto, el interés de Pablo porque las reuniones de los cristianos no pudieran confundirse con estos cultos, incumpliendo las leyes y provocando escándalo. Y en este contexto hay que entender este pasaje.
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De ninguna de las maneras puede significar que las mujeres debían abstenerse de ministrar con sus dones en la Congregación, puesto que en el capítulo 11 habla del atuendo adecuado para aquellas que oran o profetizan en la iglesia. En el capítulo 14, verso 34, posiblemente está exhortando al autocontrol a aquellas mujeres que proferían gritos sagrados al estilo de sus religiones de origen. El verbo "laleo" que aquí se traduce como "hablar", puede ser usado para hacer cualquier tipo de ruido y es usado repetidamente en este capítulo para describir palabras incomprensibles (verso 9). En el verso 35 puede estar haciendo referencia a las conversaciones privadas de las mujeres durante cultos o ceremonias donde no entendían lo que estaba sucediendo. Por eso dice Pablo que pregunten a sus maridos en casa.
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En realidad, Pablo rompe aquí una lanza a favor de las mujeres, a quienes considera capaces de autocontrol y con derecho a ser instruidas, cosa que les negaba la sociedad de su época. Él aboga porque pregunten y aprendan, aunque de forma que no alteren el orden en los cultos. El guardar silencio no significaba necesariamente abstenerse por completo de hablar, sino prestar atención a lo que otra persona estaba diciendo, como se puede apreciar en Hechos 12:17; 15:12,13; 21:40; 22:2. El "guardar silencio" de 1 Corintios 14:34 no significa, por tanto, que las mujeres estén excluidas del liderazgo espiritual.

Además, hay algunos puntos que son evidentes en ésta lectura de los Corintios. Notemos que el capítulo 11 no excluye ni deja fuera a las mujeres en la instrucción religiosa:

"Todo varón que ora o profetiza con algo sobre la cabeza avergüenza su cabeza;  pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza, porque es una y la misma cosa como si fuera [mujer] con la cabeza rapada" - 1 Corintios 11: 4,5.

Aqui se hace patente que tanto varones como mujeres pueden hablar a la Congregación en el culto, salvo con ciertos detalles de su atuendo: La Mujer debe cubrirse la cabeza*, y el hombre debe hacer lo contrario. Pero notemos bien: La instrucción solo es para "orar y profetizar". El programa sencillo de dichas reuniones incluía además: "salmo, otro tiene una enseñanza, otro tiene una revelación, otro tiene una lengua, otro tiene una interpretación" (1 Cor. 14:26). El don de profecía y oración solo eran una parte de la acción en dichas reuniones. Por lo tanto, no se puede inventar un procedimiento extra bíblico que haga que la Mujer se cubra la cabeza si ésta se dirige de frente a la Congregación. Ella perfectamente podría presentar un sermón y una enseñanza con la cabeza descubierta. Ella puede dar un discurso de frente a la congregación sin cubrirse la cabeza. Puesto que el don formal de la profecía cesó, solo para orar en una reunión, la Mujer debería cubrirse. Además no hay ninguna indicación bíblica que las Mujeres solo deberían participar en las reuniones cuando no hay varones. Esas son normas añadidas humanas.  Más bien, las palabras de Pablo indican que ellas deberían tener una participación frecuente y normal en las reuniones estando los varones presentes, solo teniendo las precauciones parar orar y profetizar*. Precauciones que también los varones tenían que cuidar.
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* En una entrada posterior explicaré el verdadero sentido del "velo".

* Cubrirse la cabeza solo sería para éstas situaciones en las reuniones cristianas y nada más. Lo demás es añadir algo que no sale en la Biblia.

Notemos como Pablo los coloca en igualdad:

"Todo varón que ora o profetiza con algo sobre la cabeza avergüenza su cabeza;  pero toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta avergüenza su cabeza, porque es una y la misma cosa como si fuera [mujer] con la cabeza rapada.  Porque si la mujer no se cubre, que también se trasquile; pero si le es vergonzoso a la mujer ser trasquilada o rapada, que se cubra.  Porque el varón no debe tener cubierta la cabeza, puesto que es la imagen y gloria de Dios; pero la mujer es la gloria del varón" - 1 Corintios 11: 4-7.

Cómo observamos, la igualdad es para ámbos. No se está destacando una superioridad en las funciones religiosas del uno sobre el otro. Notemos como Pablo a continuación deja claro el asunto y dice lo siguiente:

"Además, en lo relacionado con [el] Señor, ni es la mujer sin el varón ni el varón sin la mujer.  Porque así como la mujer procede del varón, así también el varón es mediante la mujer; pero todas las cosas proceden de Dios" - 1 Corintios 11:11,12

¡Qué extraño que éstas palabras de Pablo nunca se muestren! Pablo finaliza diciendo que tanto mujeres como hombres son claves en la instrucción religiosa en la congregación: "en lo relacionado con el Señor". Sus últimas palabras nos confirman que las expresiones anteriores sobre las "cabezas" se refieren a que todos forman parte de una unidad fraternal en donde  "todas las cosas proceden de Dios".

En una entrada posterior se analizará otro pasaje que de forma apresurada se ha interpretado de forma inexacta.