"El que tenga Fe en mí, tiene Vida Eterna", dijo Jesús. Juan 3:36 dice además: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehusa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él." Para tener vida eterna hemos de renunciar a nuestro ego y a todo pecado para poder tener la personalidad cristiana, la verdadera marca para sobrevivir. Entonces, las palabras de Cristo cobran un gran sentido.
Hay algo de mucha razón en quienes dicen que nuestra personalidad cristiana interna, ese "ropaje" simbólico, emite cierta "vibración". Mientras más sentimos y vivimos en Amor, bondad y confianza, a pesar de la maldad del mundo, nuestros atómos comienzan a cambiar, comenzamos a "vibrar", comenzamos a tener la "vestidura" cristiana, y la "armadura" espiritual. Pero, estos conceptos aunque pareciesen simbólicos, en realidad están describiendo realidades tangibles que han sido representadas de forma figurativa. Por eso mismo, nuestros atómos al vibrar con la frecuencia del amor, efectivamente son transformados, como si nos pusiésemos una vestidura o armadura.
Los experimentos cuánticos (de física) muestran que el cambiar nuestra mente literalmente cambia nuestra materia. Nuestros pensamientos guían todos nuestros sentimientos y comportamientos, así que el cambiar conscientemente nuestro pensamiento puede crear conexiones cerebrales más profundas. Nuestros atómos literalmente son cambiados a otra "vibración". Por lo tanto, al experimentar el amor y el gozo verdadero, podemos transformar a grado limitado nuestro entorno, y nos podemos proteger de las frecuencias demoniacas, el "aire" que empuja a esta humanidad rebelde. El pasar tiempo en la creación nos ayuda a aumentar nuestra "frecuencia" positiva. Satanás sabe que la naturaleza nos eleva espiritualmente. Por eso ha creado las ciudades y un mundo artificial para tener nuestras mentes cautivas y que nos olvidemos de la creación.
El "Rescate" de los cristianos verdaderos se efectuara cuando los ángeles evacuadores observen con sus "ojos" espirituales la marca de la personalidad cristiana en cada persona. Ellos observarán nuestra "vibración atómica" interna y se "llevarán a uno y dejarán a otro", tal como dijo Jesús. Es como si pasara un poderoso imán. El imán solo atraerá a los de frecuencia semejante y dejará a los elementos que no corresponden a esa frecuencia. Si vibramos al son del amor y del compás de la naturaleza y la creación seremos más semejantes a Cristo. Esto se reflejará en todas nuestras acciones y seremos rescatados sin dificultad estemos donde estemos cuando venga Armagedón. En cambio, si somos egoístas, envidiosos y manifestamos rasgos del fruto de la carne, no estaremos vibrando en la frecuencia correcta. Seremos dejados para destrucción.
En el fondo, por eso se nos anima a tener cualidades cristianas verdaderas que salgan del corazón. De forma magistral, nuestros atómos vibrarán de otra forma y tendremos paz interior. Cuando hay ocasiones en que percibes el espíritu de Dios fluyendo de forma benéfica te encuentras vibrando en otra frecuencia. Depende de nosotros que a través de la oración y evitar los malos pensamientos, mantener esa frecuencia en alto. Solo así se nos rescatará, solo así seremos considerados dignos de sobrevivir. Si actuamos con amor, si predicamos por amor, y si oramos pidiendo amor, sobreveviremos. El AMOR es el único conducto y pasaporte para la Vida Eterna.
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¿Es necesario el bautismo para la salvación?
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¿Es necesario el bautismo para la salvación?
La respuesta es no. Debemos examinar lo que dice la Escritura sobre esto. Primero, es muy claro en un pasaje como Hechos 15 y Romanos 4 que un hecho externo no es necesario para la salvación. La salvación es por gracia divina por medio de la fe únicamente (Romanos 3:22, 24, 25, 26, 28, 30; 4:5; Gálatas 2;16; Efesios 2:8-9; Filipenses 3:9, etc.).
Tal vez la refutación más irrefutable de la creencia que el bautismo es necesario para la salvación, es de aquellos que fueron salvos sin bautizarse. La mujer arrepentida (Lucas 7:37-50), el paralítico (Mateo 9:2), el publicano (Lucas 18:13-14), y el malhechor en el madero (Lucas 23:39-43) todos experimentaron el perdón de sus pecados aparte del bautismo. Éste último incluso será resucitado y es notable que no alcanzó a bautizarse.
Pero alguién pudiera objetar que aún no se formaba la congregación cristiana. Sin embargo, en Hechos 10:44-48, Cornelio y aquellos que con él fueron convertidos recibieron el Espíritu Santo no estando bautizados. Ellos fueron hechos "nuevas criaturas" antes del bautismo, y es evidente en su recepción del Espíritu Santo (v. 44) y los dones del Espíritu (v. 46) antes de su bautismo. Es más, ya habían recibido el Espíritu Santo y eso fué lo que movió a Pedro a bautizarlos (cp. v. 47).
El bautismo entonces se transformó en un regalo posterior de la criatura a Dios. Una vuelta de mano voluntaria, pero no una exigencia para la salvación. Dios otorga a quienes tienen Fe y Amor el regalo de la salvación. Pero el hombre decide corresponder o no a ese amor con un símbolo visible. Sin embargo, el camino para la salvación ya se ha obtenido mediante la Fe. Pablo nunca hizo el bautismo en agua parte de su presentación del evangelio. En 1 Corintios 15:1-4, Pablo da un resumen corto del mensaje del evangelio que predicó. No hay mención del bautismo. En 1 Corintios 1:17, Pablo declara, “Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio”, así claramente diferenciando el evangelio del bautismo.
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El bautismo no salva del pecado, sino de una mala conciencia. Pedro enseña claramente que el bautismo no era un acto ceremonial de purificación física, sino la prueba de una buena conciencia hacia Dios. El bautismo es el símbolo de lo que ya ha ocurrido en el corazón y la vida de uno que ha confiado en Cristo como Salvador (ver Romanos 6:3-5; Gálatas 3:27; Colosenses 2:12). Para dejar perfectamente clara la fuente de la salvación, Pedro añade, “...por la resurrección de Jesucristo...” (ver 1 Pedro 1:3). El bautismo es un paso importante que debe realizar cada cristiano. Pero siempre será un regalo que el Padre no demanda hacia él. Cristo mismo lo hizo como un acto de dedicación voluntaria, un obsequio a Dios. Pero nunca ha sido una obligación para la salvación. Dios no es un ser que te da, para luego obligarte por algo a cambio. Por lo tanto, el bautismo no puede ser un requerimiento obligatorio para la salvación. El considerarlo así, es un ataque a la suficiencia de la muerte y resurrección de Jesucristo y la Fe en él.
El bautismo no salva del pecado, sino de una mala conciencia. Pedro enseña claramente que el bautismo no era un acto ceremonial de purificación física, sino la prueba de una buena conciencia hacia Dios. El bautismo es el símbolo de lo que ya ha ocurrido en el corazón y la vida de uno que ha confiado en Cristo como Salvador (ver Romanos 6:3-5; Gálatas 3:27; Colosenses 2:12). Para dejar perfectamente clara la fuente de la salvación, Pedro añade, “...por la resurrección de Jesucristo...” (ver 1 Pedro 1:3). El bautismo es un paso importante que debe realizar cada cristiano. Pero siempre será un regalo que el Padre no demanda hacia él. Cristo mismo lo hizo como un acto de dedicación voluntaria, un obsequio a Dios. Pero nunca ha sido una obligación para la salvación. Dios no es un ser que te da, para luego obligarte por algo a cambio. Por lo tanto, el bautismo no puede ser un requerimiento obligatorio para la salvación. El considerarlo así, es un ataque a la suficiencia de la muerte y resurrección de Jesucristo y la Fe en él.