jueves, 1 de septiembre de 2011

“Guardados para fuego”


Porque, conforme al deseo de ellos, este hecho se les escapa, que hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua por la palabra de Dios;  y por aquellos [medios] el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua.  Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego y están en reserva para el día del juicio y de la destrucción de los hombres impíos”. – 2 Pedro 3:5-7

El estudio de este pasaje es muy importante. Claramente los testigos de Jehová  usan esto como comparación para afirmar la relación entre los “cielos y la tierra” de los días de Noé como elementos simbólicos. Y se suele argumentar que puesto que nuestro Planeta sobrevivió al Diluvio, también no será destruido en Armagedón y que los “cielos y tierra” son elementos gubernamentales que desaparecerán.

Esta explicación es satisfactoria y correcta desde cierto punto de vista, pero  en realidad no representa la auténtica explicación original en la cual pensaba Pedro. En realidad no es difícil llegar a la conclusión correcta. Notemos lo que Pedro dice del mundo antediluviano:

hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua”

¿Se refiere Pedro a elementos simbólicos cuando habla de los “cielos” antediluvianos y la “tierra” antediluviana? Parece evidente que no, puesto que habla de una  tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua. Esto sin duda es una descripción de cómo era la creación material antes del Diluvio. Notemos lo que dice el Génesis:

Y Dios pasó a decir: “Llegue a haber una expansión en medio de las aguas, y ocurra un dividir entre las aguas y las aguas”.  Entonces Dios procedió a hacer la expansión y a hacer una división entre las aguas que deberían estar debajo de la expansión y las aguas que deberían estar sobre la expansión. Y llegó a ser así. Y Dios empezó a llamar a la expansión Cielo. Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana, un día segundo.  Y Dios pasó a decir: “Que las aguas [que están] debajo de los cielos se reúnan en un mismo lugar y aparezca lo seco”. Y llegó a ser así.  Y Dios empezó a llamar a lo seco Tierra, pero a la reunión de aguas llamó Mares” – Génesis 1:6-10.

Claramente los “cielos” son la atmósfera terrestre los cuales contenían  el agua transformada en gases y nubes de vapor. Y la “tierra” era el suelo  seco,  y los mares el agua que está bajo la expansión. Así que queda sumamente claro para un lector  lo que dice Pedro cuando habla que: “hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua”.

Pedro entonces no está hablando de algo simbólico sino de un asunto muy tangible. Puesto que los cielos y la tierra antediluvianos se refieren a la atmósfera de la Tierra,  y la tierra a la superficie de la misma, es extremadamente evidente y obvio que bajo el mismo contexto y pasaje los  “cielos y la tierra que existen ahora” son también literales. De hecho Pedro usa esta expresión: “por la misma palabra (que nos habla de los cielos y tierra antediluvianos)  los cielos y la tierra que existen ahora están guardados”.
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En realidad la Sociedad Watchtower intenta derribar una doctrina errónea general (presente en algunas ramas Evangélicas) que habla de la destrucción del Planeta Tierra y el Universo estelar. Es correcto que la Tierra no será destruida ni el espacio sideral tampoco. Pero aquí la Watchtower se confunde al intentar dar a entender que “los cielos” de los que habla Pedro “no pueden ser el espacio sideral con las estrellas”. Esto es cierto, pero: ¿estaba pensando el apóstol en los cielos siderales? En absoluto. Hemos visto que Pedro pensaba en el mundo antediluviano que nos muestra a la atmósfera de la Tierra que contenía los vapores y al suelo seco de nuestra superficie. No hay necesidad de entrar en una confusión mayor para derribar la idea de que la Tierra o el Universo sideral serán destruidos. Pedro simplemente hablaba del suelo seco y nuestra atmósfera vista desde nuestra perspectiva (el “cielo” donde cruzan los aviones). El contexto y la cita del Génesis lo dejan claro.

Otra pista muy importante que nos transmite Pedro es la siguiente:

“y por aquellos [medios] el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua.  Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego”

Por “aquellos medios” significa que la misma estructura atmosférica descrita en Pedro y en Génesis  (“hubo cielos desde lo antiguo, y una tierra mantenida compactamente fuera de agua y en medio de agua”) fue la causante del Diluvio. Pero notemos el gran detalle. Se dice:

“el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”

El agua que causó la destrucción en los días de Noé, ¿fue simbólica o literal? Es obvia la respuesta. Por lo tanto, como contrastando el elemento destructor de ese mundo, Pedro dice con extremada claridad: “Pero por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego”.

Si el agua fue el elemento literal usado en la destrucción de ese mundo, el fuego literal será el elemento predominante en la destrucción del nuestro. No hay posibilidad para interpretar esto diciendo que el “fuego” representa destrucción completa o algo semejante, puesto que aquello indefectiblemente nos llevaría a la conclusión de que el agua del diluvio fue simbólica. No puede existir una arbitrariedad para descomponer este pasaje. Un ajuste en el entendimiento nos obliga a cambiar todo el sentido, o es lo uno,  o es lo otro. Además la expresión “por la misma palabra los cielos y la tierra que existen ahora están guardados para fuego” nos muestra con claridad y sencillez la conclusión del asunto.

Pero no nos alarmemos. De la misma forma como el agua literal fue el elemento momentáneo  purificador y destructor del mundo antediluviano, así también el fuego literal y real como la misma agua del diluvio, será un elemento momentáneo que eliminará el mundo inicuo de la actualidad, pero sin llegar al extremo de destruír el Planeta o volverlo inhabitable, tal como el agua del Diluvio tampoco lo hizo.

Pero, ¿de dónde saldrá el fuego que purgará la Tierra? En una próxima entrada veremos como el mismo Pedro nos da la respuesta.