miércoles, 15 de septiembre de 2010

«Allí donde está tu tesoro, allí está tu corazón». (Mt. 6:19-23)

 ¿Por qué la Biblia dice que el ”El corazón es más traicionero que cualquier otra cosa, y es desesperado?  ¿Quién puede conocerlo?" (Jeremías 17:9). ¿Significa ésto que el corazón del hombre es malo? ¿Por qué nos traiciona? Comprender éstas cosas con el corazón son claves para estar preparados para el periodo de prueba más grande de la humanidad. En ésos días cruciales de la gran tribulación,  "los razonamientos de muchos corazones serán descubiertos" (Lucas 2:35).

Escuchar el corazón
No hablamos de hacer caso inmediato al corazón. Por lo tanto, no hay contradicción con la frase de Jeremías. Más bien, para conocernos a nosotros mismos, para conocer a nuestro traicionero corazón, debemos escucharlo.

¿Por qué debemos escuchar el corazón? Porque dónde él esté es donde estará tu tesoro. El corazón humano es agitado, tiene sueños, se emociona, y quizás está enamorado. Nos pide cosas y no nos deja dormir en algunas noches de nuestra vida. Nuestro corazón tal vez es difícil, a veces se paraliza de temor, u otras veces es impulsivo y quiere siempre salir partiendo de forma inmediata a alguna aventura a cualesquier precio. A veces el corazón se emociona con la puesta del sol o alguna canción, y nos hace llorar por alguna decepción. El corazón late fuerte y se acelera con nuestros sueños y emociones. A veces nos pide muchas cosas.

Ésto en primer lugar es bueno, porque quiere decir que está vivo. Solo hay que aprender a escucharlo. El corazón se puede llenar de miedo, nos puede impedir una misión, o repentinamente se vuelve alocado. El corazón es traicionero, como dice Jeremías.

El corazón no es malo, solo busca la felicidad. Es como un niño pequeño al cual hay que educar y enseñar que no todo se puede conseguir a cualesquier precio. De ser así, el corazón podría corromperse con sus deseos si éstos no son dosificados. Para que el corazón no nos traicione, hay que conocerlo y escucharlo.

Al corazón jamás lo podremos mantener callado. Y aunque finjamos no escuchar lo que nos dice, él estará en nuestro pecho repitiendo lo que desea y piensa sobre la vida y el mundo.

Y ¿por qué nos traiciona? La traición es el golpe que no esperas. Si conoces bien a tu corazón, el jamás lo conseguirá. Por qué tú conocerás sus sueños y sus deseos y sabrás tratar con ellos. Aprenderemos a rectificarlo y guiarlo por un sendero. Le haremos cariño, pero le enseñaremos a saber esperar y a confiar en Dios. Nadie consigue huir de su corazón. Por eso es mejor escuchar lo que nos dice. Para que jamás venga un golpe que no esperamos.

Dialogemos con él. Conozcamos como es, sus artimañas y trucos, aceptándolo como es y educándolo para ser mejor y más noble. Entonces algún día, el corazón dejará de sentir miedo y nos dirá que está contento. Aunque proteste un poco, entenderemos que tiene miedo a perder sus sueños. Ayúdemos a nuestro corazón. Conversemos con él y ésto nos beneficiará a nosotros mismos. Aparte de Jehová, nadie puede aprender a leer en tu corazón. Solo tu puedes hacerlo.

El pecado, el error y las torpezas se cometen porque los corazones no son escuchados. No son educados y guiados. Entonces vienen las traiciones del corazón. Entonces, éste puede volverse duro e incluso malvado. Pero en los humanos, todo pecado no es originado al principio por un sentimiento de iniquidad. Más bien, sucede  que es un deseo mal guiado de un corazón que busca la felicidad a todo precio. Ya que el hombre no conversa con su corazón, éste se vuelve duro al recibir una censura o cuando trata de ser guiado. Entonces el corazón da su golpe de gracia y nos traiciona.

Pablo Coelho una vez escribió sobre el corazón:

"Los corazones humanos son así. Tienen miedo de realizar sus mayores sueños, porque consideran que no los merecen o que no van a conseguirlos. Nosotros, los corazones, nos morimos de miedo de sólo de pensar en los amores que partieron para siempre, en los momentos que podrían haber sido maravillosos y que no lo fueron, en tesoros que podrían haber sido descubiertos y quedaron para siempre escondidos en la arena. Porque cuando esto sucede, terminamos sufriendo mucho.

Sí tu corazón tiene miedo, explícale que el miedo a sufrir es peor que el mismo sufrimiento y que ningún corazon jamás sufrió cuando fue en busca de sus sueños porque cada momento de búsqueda es un momento de encuentro con Dios y con la eternidad".

Pidamos a Jehová su espíritu, para tener un buen contacto con nuestro corazón, y que éste dosifique sus deseos de forma correcta. Pidamos a Dios un corazón unificado. Solo el Espíritu Santo puede lograr ésto.

"Crea en mi oh Dios un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mi”. Salmo 51:10.

Por lo tanto, hablemos con nuestro corazón. Dejemos tiempo para conocerlo. Dejemos tiempo para la meditación, la serenidad y la reflexión. La televisión y otras distracciones no nos permiten escuchar los clamores de un corazón que necesita ser sanado, un corazón triste o algún corazón alocado. Entonces vienen las traiciones. No seamos responsables de nuestra propia destrucción.

Durante la gran crisis mundial, los corazones no alimentados con lo espiritual y el contacto con Dios, clamarán desesperados, y la gente saqueará, matará y hará muchas barbaridades que harán a las almas merecedoras de destrucción.

Por lo tanto, conozcamos nuestro corazón. Démosle guía apropiada, y de esa forma él se convertirá en nuestro mejor aliado, se hará fuerte y valiente, cuando enfrentemos las pruebas de la vida cotidiana, y la lucha final por venir.