viernes, 12 de noviembre de 2010

Hijos

La siguiente información me fue compartida hace poco por algunos lectores, quienes gentilmente me la hicieron llegar. Me sorprendió mucho, por qué a través de éste borrador ya había expuesto la idea de los Hijos de Dios en algunas entradas anteriores. Realmente vaya que me sorprendió que se llegara a las mismas conclusiones aquí expuestas. Esto solo confirma que la propia Biblia tiene la verdad final y que TODA persona puede encontrarla solo al leerla con fe y sin ideas predeterminadas.

Hace años, algunos miembros del comité de redacción analizaron la primera parte del capítulo ocho de Romanos. Ellos estaban interesados en saber cómo se entendía el versículo 14 en cuanto a la relación de Dios con sus hijos, cuando se le considera a la luz del contexto. Uno de ellos era E. A. Dunlap, registrador de la escuela de Galaad y estrecho colaborador del cuerpo gobernante.

Él se dio cuenta que nunca lo habían examinado contextualmente (lo cual es cierto de casi todos los Testigos de Jehová). Al hacerlo, tuvo una reacción tanto espontánea como notable. Lo que a otros pudiese parecer obvio, para un Testigo de Jehová puede resultar sorprendente, como si se tratara de una auténtica revelación. El comentario de él fue: "Por años tenía la sensación de que estaba resistiendo al espíritu santo al leer las Escrituras cristianas. Yo podía estar leyendo tranquilamente, aplicando a mí mismo todo lo que leyera, cuando, súbitamente me detenía y decía 'pero éstas cosas no me aplican, son sólo aplicables a los ungidos.'"

No hubo persuasión alguna para que él viera las cosas de forma diferente. Fueron las propias palabras del apóstol en la Biblia, leídas contextualmente las que obraron para persuadir. Desde aquél entonces las Escrituras en general cobraron vida con un significado mayor para él.

Cuando un Testigo o cualquier otra persona pregunta, "¿Cómo sabe uno si él o ella es de la clase de los 'ungidos' con la esperanza celestial?" la respuesta común es referir a la persona a la declaración de Pablo en Romanos 8:16,17:

”El espíritu mismo da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pues si somos hijos, también somos herederos: herederos por cierto de Dios, mas coherederos con Cristo, con tal que suframos juntamente para que también seamos glorificados juntamente”.

Al leer el contexto, desde el mismo comienzo del capítulo, le fue evidente a dicho hermano que el apóstol Pablo de veras estaba escribiendo sobre dos clases. Pero no sobre dos clases divididas por su esperanza, fuera ésta celestial o terrenal, en cuanto a su vida futura.

En vez de eso, las dos clases claramente eran: aquellos guiados por el Espíritu de Dios, a un lado, y los regidos por la carne pecaminosa, al otro.

El contraste que el apóstol presenta no es entre la esperanza de vida en el cielo o vida en la tierra, sino entre la vida y la muerte mismas, entre amistad con Dios o enemistad con El. Como lo indican los versículos 6 al 9:
 .
“Porque el tener la mente puesta en la carne significa muerte, pero el tener la mente puesta en el espíritu significa vida y paz; porque el tener la mente puesta en la carne significa enemistad con Dios, porque no está sujeta a la ley de Dios, ni, de hecho, lo puede estar. Por eso los que están en armonía con la carne no pueden agradar a Dios.

Sin embargo ustedes no están en armonía con la carne, sino con el espíritu, si es que el espíritu de Dios verdaderamente mora en ustedes. Pero si alguien no tiene el espíritu de Cristo, éste no le pertenece”.

En la discusión de Pablo, no se está considerando la vida celestial o la terrenal, sino simplemente si uno está viviendo por el Espíritu de Dios o está viviendo de acuerdo a la carne pecaminosa. Pablo dejó claro que era una cosa o la otra: Tiene uno el Espíritu de Dios y produce sus frutos, o está en enemistad con Dios y no pertenece a Cristo. Sin ese Espíritu no podría haber "vida y paz", sólo habría muerte. Si la persona de hecho tenía el Espíritu de Dios, entonces era él un hijo de Dios, pues Pablo dice (verso 14):

“Porque todos los que son guiados por el espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios”.

Como este hermano hizo notar, y que fue confirmado por un miembro del cuerpo gobernante que estaba de acuerdo con ésta idea,  Pablo no dijo, algunos, sino "TODOS los que son guiados por el espíritu de Dios" son sus hijos. Aquellos que son guiados por ese Espíritu tendrían "el testimonio" del Espíritu.

Usted puede comparar el uso que hace el apóstol de la misma frase, "conducidos por el espíritu," en contraste similar entre la carne pecaminosa y el Espíritu de Dios en Gálatas 5: 18, donde se declara que aquellos que son "conducidos por espíritu, no están bajo-ley."

El negar que esto aplique a TODOS los cristianos, y que sí aplique a un grupo selecto, sería dejar a todos los demás bajo la Ley y la condenación de ésta.

Así de serio y complicado.
.
NOTA: Aunque parezca extraño, para un Testigo de Jehová (que no pertenece al grupo de los más de los pocos miles ungidos) el llegar a la conclusión de que las palabras desde Mateo hasta Revelación están dirigidas a él y le aplican no meramente de "refilón," sino real y directamente, resulta en que se abra la puerta a un cúmulo de preguntas, preguntas que a menudo anhelan recibir respuesta, pero las cuales él no se atrevía a hacer.

Pero cómo he analizado en la entrada anterior, si desapareciera ese temor y miedo a perder autoridad y se aclarara bien a toda la hermandad, no habría grandes deserciones, sino todo lo contrario, se ahorrarían miles de expulsiones anuales, habría una mayor devoción, de corazón, con gozo y una potencia sin igual. Las congregaciones florecerían mucho más y quizás millones de almas también se sentirían atraídas al cristianismo por que las buenas nuevas tendrían un impacto poderoso en darle sentido y razón a su vida. La persona no se sentiría como parte de una masa, sino que tendría claro que el Dios Todopoderoso le ha asignado un papel singular a su propia vida.