Anteriormente he señalado como la Biblia muestra con claridad que Jehová es un Dios de "tiempos y sazones". La Biblia contiene profecías relacionadas con la cronología, y la creación material también da evidencia de que Dios es un gran "cronólogo". El analizar éstos asuntos me ha asombrado y me ha impulsado a observar la maravillosa simetría del "reloj" de Dios a través de los siglos. No obstante, reconozco que ésta es aún una "ciencia" que se encuentra en una etapa de experimentación. En realidad la cronología no debe ser ensalzada como un oráculo perfecto para determinar sucesos futuros precisos, ni tampoco como una herramienta sagrada. La razón es que debe ser incluída dentro de la categoría de una ciencia aún experimental. Cómo toda ciencia y disciplina, ésta tiene que estar sometida al método de analisis y posibles errores. El no comprender a cabalidad éste asunto ha generado muchas decepciones y apresuramientos desmedidos. En gran parte, los aparentes fracasos en la cronología se deben a dos factores:
1- La expectativa errada sobre lo que tiene que acontecer al término del ciclo cronológico.
2- La falta de precisión con respecto a sucesos fechados en el pasado bíblico.
El primer punto alude a que entendemos que hay un periodo de tiempo determinado. Pero saber que exactamente sucederá al término de dicho periodo es lo que no sabemos. Por ejemplo, sabemos que se apunta a 1914, pero entender que ocurrió ese año es una cuestión de interpretación.
El segundo punto nos muestra que hay unas pequeñas lagunas en cuanto a los años en los cuales sucedieron los sucesos bíblicos. Por ejemplo, no sabemos exactamente en que año nació Jesús o Adán fué creado. Se nos escapa el fantasma de un año que no podemos determinar.
Éstos dos puntos generan un gran y enorme problema al intento de establecer un estudio maduro sobre la cronología. Si sumamos a ésto que el contexto histórico ha vinculado la cronología bíblica a grupos religiosos como los adventistas, testigos de Jehová, protestantes, etc, nos complica de forma mayor los asuntos, porque inmediatamente cada grupo genera una expectativa sobre algo que tendría que ocurrir al término de dicho periodo. Por ésta razón, muchos lectores también han menospreciado apresuradamente el trabajo de éstos sitios, incluyendo el de Emmanuel (Abib) en dónde hay un esfuerzo sincero por comprender la cronología. Quizás el error consista en intentar enmarcar sucesos (punto 1) que ocurrirán al término de dichos periodos.
Én ésta etapa de investigación estoy tratando de limpiar, depurar y valorar el trabajo cronológico en su justa medida y promover una madurez sana. Creo que es un trabajo enorme y monumental porque la misma Sociedad Watchtower ha quedado con un recelo desmedido por la cronología, o por lo menos, a expresarla publicamente tras los chascos de 1914, 1975, etc.. ¡Cuán difícil será lograr que las generaciones futuras logren la madurez necesaria y vean a la cronología como una ciencia progresiva y con uso relativo! En la medida que los lectores promuevan un punto de vista equilibrado sobre éstos asuntos se contribuirá a un progreso que con los años dará sus frutos.
La Herencia de muchos
La práctica de aplicar arbitrariamente la fórmula de "un año por un día" a diferentes períodos encontrados en la Biblia fue inicialmente usada por rabinos judíos en el primer siglo de nuestra era común. En el siglo noveno, una "serie extensa de rabinos judíos" comenzó a hacer cálculos y predicciones, usando esta fórmula de día = año en conexión con los períodos de 1,290, 1,335 Y 2,300 días que se encuentran en la profecía
de Daniel, en cada caso aplicando sus resultados al tiempo del aparecimiento del Mesías.
Entre profesos cristianos, esta práctica asomó por primera vez en el siglo doce, comenzando con el abad católico romano, Joachín de Fiore. No solamente los períodos de días encontrados en las profecías de Daniel, sino también los períodos de 1,260 días mencionados en Revelación 11:3, y 12:6, se interpretaron ahora utilizando el método de "un año por un día." A medida que pasó el tiempo, una extraordinaria sucesión de fechas se estableció por diferentes intérpretes, fijándose sus predicciones en el año 1260, luego 1360 y más tarde algunas fechas en el siglo dieciséis. Cambios y nuevas interpretaciones se hacían necesarias, con regularidad al pasar una fecha tras otra sin tener lugar el evento predicho.
En 1796, George Bell, escribiendo en una revista londinense, predijo la caída del "Anticristo" (de acuerdo a su parecer, el Papa). Esto iba a suceder en "1797 o 1813," su predicción se basaba en una interpretación de los 1,260 días, pero usando un punto de partida diferente al de otros intérpretes (algunos comenzaban a contar desde el nacimiento de Cristo, otros desde la caída de Jerusalén, otros desde el comienzo de la
Iglesia Católica). La predicción de Bell se escribió durante la Revolución Francesa. No mucho después de haberla formulado, un evento chocante ocurrió--el Papa fue hecho cautivo por las tropas francesas y forzado a irse en exilio.
Muchos vieron esto como un cumplimiento extraordinario de profecía bíblica, y 1798 se aceptó por ellos como el fin de los proféticos 1,260 días. De aquí se desarrolló el punto de vista de que el siguiente año, 1799, había de marcar el comienzo de los "últimos días."
Trastornos adicionales en Europa produjeron un torrente de nuevas predicciones. Entre los pronosticadores, hubo un hombre en Inglaterra llamado John Aquila Brown. A comienzos del siglo diecinueve, él publicó una explicación de los 2,300 días de Daniel, capítulo 8, en la cual mostraba que éstos habían de terminar en 1844 de nuestra era común. Tal punto de vista fue adoptado por William Miller, el pionero americano del movimiento segundo adventista.
Cómo notaremos fué éste hombre (y no Russell) el que desarrolló la idea primigenia que condujo a 1914. La evidencia señala que Brown fue quien dio origen a la interpretación de los "siete tiempos" de Daniel capítulo 4, o sea, la interpretación que produce los 2,520 años por medio de la fórmula de día = año.
Brown publicó esta interpretación por primera vez en 1823 y su método convirtió los "siete tiempos" en 2520 años exactamente de la misma manera que encontramos hoy en las publicaciones de la Watch Tower. Esto fue veintinueve años antes del nacimiento de Carlos Taze Russell, cuarenta y siete años antes de que él comenzara su grupo de estudio bíblico y apareciera la Watchtower.
John Brown, sin embargo, comenzó a contar el período 2,520 años desde el 604 antes de Cristo, y por lo tanto este período terminaba en 1917 de la era común. Él predijo que en ese entonces "la gloria plena del reino de Israel sería perfeccionada.". De manera asombrosa yo y algunos otros en tiempos actuales, hemos llegado a una conclusión semejante tal como se analiza en el estudio anterior. Los sucesos en relación a los judíos y Palestina en 1917 parecen haber cumplido la "predicción" de Brown.
Después del fracaso de las expectativas relacionadas con el año 1844, ocurrió una división en varios de los grupos de los segundo-adventistas, la mayoría de los cuales propuso nuevas fechas para el regreso de Cristo. Uno de estos grupos se formó alrededor de N. H. Barbour de Rochester, Nueva York. Barbour estudió el trabajo de John Brown, adoptó mucho de su interpretación, pero cambió el punto de inicio de la cuenta de los 2,520 años al 606 antes de Cristo, y llegó al año 1914 de nuestra era común. (En realidad esto es un error de cálculo puesto que abarca solo 2,519 años.) Barbour publicó una revista para sus simpatizantes segundo adventistas, titulada al principio The Midnight Cry (El clamor de medianoche), y luego The Herald oithe Morning (El heraldo de la mañana). La revista Watch Tower (La Torre del Vigía) claramente no fue la primera en publicar y abogar por la fecha de 1914 como el fin de los tiempos de los gentiles. La realidad es que la enseñanza fue adoptada de la publicación segundo adventista de N. H. Barbour.
Se puede notar además que para ese tiempo, julio de 1878, C. T. Russell había llegado a ser "editor asistente" de la revista segundo adventista, El heraldo de la mañana. Russell mismo explica cómo fue que él llegó a estar asociado con N. H. Barbour y cómo llegó a adoptar la cronología de éste, mucha de la cual, incluyendo la interpretación de los "siete tiempos" de Daniel capitulo 4, Barbour, a su vez, había adoptado de John Brown. Pero 1914 pasó, los cristianos no fueron arrebatados y el Reino de Dios no comenzó a regir sobre la Tierra. Entonces se comprendió que las expectativas eran las erradas. Ahora bien, muchos estudios independientes también han puesto en tela de juicio el razonamiento para hayar una relación de Daniel 4 con el reinado de reyes davídicos, sobre todo puesto que el asunto de Daniel trata sobre un opositor a la soberanía de Dios. Solo la I guerra mundial (acontecida en agosto) de 1914 sirve como una aparente prueba de un hecho de gran magnitud para probar a 1914 como año importante. No obstante, no olvidemos los hechos de la Revolución Francesa, y el ataque a las Torres Gemelas que también estarían señalados por posibles ciclos proféticos. Podríamos creer que la Parausía también inició en dichos años.
En 1977, un Testigo de Jehová de Suecia, llamado Carl Olof Jonsson, envió a las oficinas principales en Brooklyn una cantidad enorme de material investigado por él, sobre cronología relacionada con la Biblia y sobre especulaciones en cronología. Jonsson era un anciano en la congregación y había estado activo con los Testigos de Jehová por unos veinte años. Básicamente él trató de llamar la atención del Cuerpo Gobernante a lo débil del argumento cronológico de la Sociedad que lleva a la fecha del 1914, como el punto que marca el fin de los "tiempos de los gentiles," mencionados por Jesús y registrado en Lucas 21:24 (llamado "los tiempos señalados de las naciones" en la Traducción del Nuevo Mundo). A algunos miembros del cuerpo, les impresionó profundamente como él había escudriñado el asunto, además de lo completo y apegado a los hechos de su presentación. Pero debilitar la creencia en el significado de la fecha fundamental de 1914 sería debilitar toda la superestructura doctrinal que se funda en esa fecha. También debilitaría la pretensión al derecho de autoridad especial de parte de aquellos que actúan como el vocero oficial para la clase del "esclavo fiel y discreto." El remover esa fecha, como punto focal con tal significado, pudiera llevar al virtual desplome de toda la estructura doctrinal y autoritaria basada en ella. Así de importante es.
Hoy no dejo de sorprenderme como yo mismo al realizar mis propias investigaciones privadas he llegado a los mismos puertos similares que decenas de otros investigadores particulares. Seguramente usted también habrá hecho su propio análisis cronológico de éstas cosas.
Pero no creo que la verdad nos deba hacer temblar. Abogo por lo expuesto arriba. Es necesario cambiar nuestros patrones mentales. Debemos apreciar la cronología, quizás la cual sí nos conduce a hechos importantes en algunos puntos de la historia, pero debemos evitar pensar que ésta nos da las claves matemáticas para resolver el Día de la llegada de nuestro Señor.