domingo, 2 de enero de 2011

La Vida versus el Símbolo

Uno de los temas más controversiales y por los que mas se han hecho famosos a nivel mediático los testigos de Jehová, es el asunto de su negativa a las transfusiones de sangre. Para un Adventista el no ser comprendido con respecto a su postura sobre el sábado representa una persecución, el testigo de Jehová también considera una prueba de lealtad cristiana ser leal a su postura en relación a la sangre.

Cómo señalé en una entrada pasada, está demostrado que cada Sangre es única a nivel genético y molecular en relación al individuo y que por lo tanto, efectivamente la Sangre es un Símbolo apropiado de la Vida. De hecho, muchas culturas extra-bíblicas también consideran a la sangre un elemento “especial” que “conecta” con la vida. Con respecto, al aspecto sanitario, la Biblia ha demostrado estar adelantada milenios a la opinión cambiante de la Ciencia, y las investigaciones recientes sobre la Sangre y las infecciones son una prueba a favor de esto. Muchos médicos en todo el mundo están reconsiderando su opinión de si la Sangre es realmente ventajosa en ciertas operaciones programadas. El tema  que sigue a continuación, de ninguna manera quiere dar a entender, que el uso de la sangre no implique un serio grado de riesgo. Además, cada cristiano debería hacer todo lo posible para que antes de una operación programada se pudiese evitar el uso innecesario de la Sangre.

No obstante, independiente de las cuestiones sanitarias e incluso metafísicas que pudiese tener la sangre, hay un gran dilema que finalmente es el quid central de todo el asunto. Cualesquier explicación compleja, todo intento  por intentar zanjar esto asunto no debe alejarse del dilema central que aquí expondremos.

Aunque para algunos, los riesgos de morir debido a una no transfusión se han disminuido o no se considera un factor de vida o muerte, lo cierto es que ¡muchos en estado grave han muerto por no realizarse una transfusión! La revista ¡Despertad! contiene numerosos testimonios de jóvenes “mártires” que fallecieron al no aceptar transfusiones, pese a que estaban a punto de morir. Sus muertes han sido mencionadas como verdaderos ejemplos de integridad cristiana. Algunos de estos casos han llegado a tribunales, los cuales han tomado en cuenta la libertad del paciente para decidir. Otros jueces han obligado a realizar la transfusión. La Organización reconoce que muchos han muerto por evitar la Sangre. Esto no debe olvidarse, ya que recientemente se ha dado a entender que en ciertas situaciones las transfusiones no garantizan la vida. Esto es relativo y corresponde al campo de la Medicina determinar si un tratamiento es más eficaz que otro para prolongar la vida. También en caso de un accidente grave o en un países sin recursos financieros para tener complejas maquinas expandidoras, el asunto se torna literalmente de vida o muerte.

Ahora bien, en estos casos de vida o muerte, éste es el punto central de la cuestión:

La Vida humana es Sagrada. Matarla o desatenderla con riesgo de muerte es un delito contra la Santidad de la Vida. La Vida de un Ser Humano es Sagrada. Por otro lado, la Sangre simboliza la Santidad de la Vida. Hacer mal uso de la Sangre es inadecuado.

Sin embargo, al colocar en la balanza la Vida misma y real y el Símbolo de ésa Vida, ¿Qué es más importante? ¿El símbolo o la vida real, más compleja e inteligente creada a la imagen de Dios? ¿Sería correcto desatender  la Vida más compleja y real (realidad humana de la Santidad de la Vida),   por evitar utilizar el Símbolo que pueda ayudar en Salvar al Objeto Real?

Tenemos claro que la Vida Humana es Sagrada y Santa. Es quizás más Santa que la Sangre porque el hombre es un Ser mucho más complejo que la Sangre carente de personalidad e inteligencia humana. No olvidemos que estamos hablando de la Santidad de la Vida. Y la Vida humana es más valiosa que la Sangre suelta. El verdadero respeto por la Santidad de la Vida exige comprender eso. Una persona, un niño y una mujer son infinitamente superiores a un litro de sangre. ¿Lo podemos negar?

Admitiendo que, en la mayoría de los casos, las transfusiones de la sangre sean de poco valor o incluso dañinas, no obstante en un porcentaje de casos la sangre es el único medio posible de mantener la vida hasta que se puede utilizar otro tratamiento, como por ejemplo, una hemorragia interna masiva que no pueda ser detenida inmediatamente. Me parece que en este tipo de casos dejar que una persona muera por mantener el símbolo de la vida es una contradicción en sí misma así como el hecho de colocar más importancia sobre el símbolo que en la realidad que simboliza.

Cómo señaló en una oportunidad una persona que escribió al Cuerpo Gobernante, colocar la importancia de la sangre como símbolo por encima de la vida misma es semejante a que un hombre le dé más importancia a su anillo de bodas (símbolo de su estado matrimonial) que a su matrimonio mismo, o que a su esposa. Sería como una situación en que, encarado con la alternativa de tener que sacrificar o a su esposa o al anillo de bodas, optara a favor de salvar al anillo de bodas. Ante ésta lógica demoledora, el C.G por supuesto, guardó silencio.

Observemos como el razonamiento de que el símbolo es más valioso que el objeto real fue condenado por Jesús:

16 ”¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: ‘Si alguien jura por el templo, no es nada; pero si alguien jura por el oro del templo, queda obligado’. 17 ¡Necios y ciegos! ¿Cuál, de hecho, es mayor?: ¿el oro, o el templo que ha santificado el oro? 18 También: ‘Si alguien jura por el altar, no es nada; pero si alguien jura por la dádiva que está sobre él, queda obligado’. 19 ¡Ciegos! ¿Cuál, de hecho, es mayor?: ¿la dádiva, o el altar que santifica la dádiva? 20 Por lo tanto, el que jura por el altar jura por él y por todas las cosas que están sobre él; 21 y el que jura por el templo jura por él y por el que en él habita; 22 y el que jura por el cielo jura por el trono de Dios y por el que está sentado sobre él. – Mateo 23: 16-23
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¿Cuál es mayor? ¿la sangre o la vida humana que santifica a la sangre?

Sin comentarios....
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Solo carne con su alma —su sangre— no deben comer.   
Cualquiera que derrame la sangre del hombre, por el hombre será derramada su propia sangre, porque a la imagen de Dios hizo él al hombre.  Y en cuanto a ustedes, sean fructíferos y lleguen a ser muchos, hagan que la tierra enjambre de ustedes y lleguen a ser muchos en ella”.-Gen. 9: 4, 6, 7

Dios claramente prohíbe el comer sangre a los humanos.  Y también notamos, que Jehová enfatiza que finalmente la vida humana con su sangre en el interior es la realmente sagrada. “Porque a la imagen de Dios hizo él al hombre”.  No es la sangre separada la que realmente es superior a la vida humana. De hecho, el condena que alguien derrame la sangre del hombre y le de muerte. “Cualquiera que derrame la sangre del hombre”.  ¿Podría ser considerado un acto de derramamiento de Sangre el dejar que la persona se desangre y muera? ¿Qué debería primar finalmente ante esta situación? ¿La Vida o el Símbolo?

El mandato a Noé es considerado universal, y rige antes de la Ley Mosaica. Si eso es así ¿no es cierto que debería ser igualmente aplicable el mandato de "ser fructíferos y llenar la tierra" y de " hacer que la tierra enjambre de ustedes y hacerse muchos sobre ella"? ¿Cómo podría ser esto posible si se tienen que morir los “hijos” que deberían poblar la Tierra? Algunos, como sabemos,  incluso han visto morir a sus hijos como resultado de una interpretación inexacta sobre la Vida y el Símbolo.

En casos similares, ¿fue Jehová irrazonable con la Ley que les dio a los Israelitas sobre comer Sangre?

13 ”’En cuanto a cualquier hombre de los hijos de Israel o algún residente forastero que esté residiendo como forastero en medio de ustedes que al cazar prenda una bestia salvaje o un ave que pueda comerse, en tal caso tiene que derramar la sangre de esta y cubrirla con polvo. 14 Porque el alma de toda clase de carne es su sangre en virtud del alma en ella. En consecuencia dije yo a los hijos de Israel: “No deben comer la sangre de ninguna clase de carne, porque el alma de toda clase de carne es su sangre. Cualquiera que la coma será cortado”. 15 En cuanto a cualquier alma que coma un cuerpo [ya] muerto o algo desgarrado por fiera, sea un natural o un residente forastero, en tal caso tiene que lavar sus prendas de vestir y bañarse en agua y ser inmundo hasta el atardecer; y tendrá que ser limpio. 16 Pero si no las lava y no baña su carne, entonces tendrá que responder por su error’”. – Levítico 17:15

¿Pudiera ser que la prohibición bíblica tocante a la sangre aplicara solamente a la sangre de una víctima matada por el hombre, y no a la carne de algún animal que hubiera muerto por mismo y no hubiera sido desangrado, ni a la sangre de algún animal o algún ser humano que estuviera vivo?

La Watchtower reconoció lo siguiente: “Hay quienes han razonado de esa manera, y han señalado a algunos versículos bíblicos que aparentemente apoyan ese punto de vista. Así, han sostenido que no sería incorrecto aceptar una transfusión de sangre de un donante vivo. Tal razonamiento pudiera parecer válido”. Sin embargo, en relación al texto de Levítico citado, la Sociedad trata de explicar que la situación se refiere a una persona a la cual se le hubiese escondido la evidencia de que el animal hubiese sido desangrado. Entonces, dicha persona comía sangre  sin saberlo. Sin embargo, el texto no dice eso en absoluto. Está claramente hablando en el contexto de cacerías de animales.
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Otros de forma más clara han explicado que esto realmente era una excepción a la Ley de la Sangre. Jehová hizo una excepción a su propia Ley en caso de animales que murieran por causa natural o que fueran muertas por alguna bestia. Por ejemplo, supongamos que un pastor perdió una oveja a causa de un lobo, pero el lobo sólo mató a la oveja pero no la devoró; en ese caso, Jehová permitía que el animal sirviera de alimento para la familia del pastor, pues obviamente era imposible desangrar al animal apropiadamente y cubrir la sangre con polvo. Esto se permitía siempre y cuando el pastor lavara sus ropas de vestir y después se bañara. Si hacía esto, él no era considerado culpable. Sin embargo, si el hombre no lavaba sus ropas entonces se le hallaba culpable ante Dios.
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Por lo tanto, podemos decir que Dios se mostró razonable al hacer una excepción en este caso, pues Él no ponía el valor de la vida del animal por encima de las necesidades de la gente. Jesús mismo actuó de manera similar cuando reconoció el valor de una vida humana sobre la de cualquier otro animal, pues dijo: "Ustedes valen más que muchos gorriones." Aún así, al permitir el consumo de un animal que no hubiera sido desangrado debidamente, -suponiendo que ya no pudiera desangrarse el cuerpo del animal muerto-, Dios requería que la persona reconociera su deuda ante el Dador de la Vida por medio de bañarse. Lejos de debilitar la Ley de Dios esta provisión que requería que se desangrara el animal fortaleció la obligación de los Hebreos de reconocer que sólo Jehová era el dueño de todo y esto le daba derecho a Dios de tener autoridad sobre todo tipo de alma. Pero a los Israelitas se les enseñaba el punto de vista correcto sobre el balance de la Vida y el Símbolo. En estos casos, claramente puesto que era un asunto accidental que escapaba al cazador de la presa, la Ley hacía ésta excepción en vista del bien común de la vida de la familia.
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Si esto es el caso, ¿no podría haber claramente una excepción cuando en urgencias y en situaciones fuera del control personal de la persona, su vida estuviese en riesgo?
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Yo creo, y tan firmemente como lo hacen los Testigos de Jehová, que si se le presenta la situación de tener que hacerlo, un cristiano verdadero debe estar preparado para dar su vida por su fe en Dios. Pero dar la vida de uno cuando Dios en realidad no lo requiere o no lo desea, no me parece que sea de valor alguno. Hechos de los Apóstoles no dice que el cristiano tenga que dar su vida por abstenerse de sangre. Eso es ir más allá de lo Escrito en la Palabra de Dios.

Este tema seguirá analizándose en entradas posteriores.