jueves, 3 de febrero de 2011

El Nombre y nosotros

La conexión entre el ADN y el Nombre Divino de Dios (YHVH o YHWH) fue visualizada parcialmente hace más de 30 años. En 1973, mientras estaba en la Universidad de California, el Dr J.J. Hurtak llegó a comprender que existía una conexión entre las asociaciones lingüísticas y genéticas en las Letras que conforman el nombre de Dios en el Hebreo Bíblico (YHVH). Elaboró una tabla de recursos genéticos usando el Código del Nombre Divino en un arreglo triple de letras, incluyendo el "inicio" y el "alto" en la codificación de las letras para cada una de las secuencias de los aminoácidos y los ácidos nucleicos.
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La primera y fundamental idea consiste de las permutaciones del Tetragrámaton, las cuatro letras en Hebreo que se traducen como Yahweh (Yod- Heh-Vav-Heh). Esta matriz se denomina 'Palabra-Espíritu'. La tabla 'Palabra-Espíritu' se conforma de las tres letras del Nombre Divino que, en varias combinaciones, crean las 64 celdas. Aunque el Nombre Divino se escribe con cuatro letras, utiliza sólo tres del alfabeto (Y-H-V, con la H repetida), tal como el ADN o el ARN tienen cuatro nucleótidos como "letras" pero solamente se leen tres a la vez para formar el codón que codifica los aminoácidos de nuestro cuerpo. El Nombre Divino no es estático, al igual que las secuencias del ADN, y se puede volver a combinar para diferentes funciones (V-H-Y-H-Y-V-H-H-V, etc). Se verificó la secuenciación para conformar la tabla matriz de los nucleótidos del ADN que, a su vez, codifican las secuencias de los aminoácidos mientras que las otras caras del cuadrado (cubo) adicionan otras secuencias matemáticas y sonoras vibratorias.
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En suma, la relación entre el código lingüístico del Nombre Divino y las partes celulares de la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda del ADN de una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana a través de 64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código Divino es el mecanismo codificador comunicado a través de rangos de micro señales, donde el vínculo vibratorio forma la "materia genética" dentro de las células como un patrón de flujo de energía Divina. El cuerpo es visto como un bio-traje de luz (lightware; n. de t. programa de luz) que opera vía un lenguaje de luz bioquímica que da millones de instrucciones por segundo. La identidad de cada individuo se alberga en este laberinto interno de letras químicas que equipa al genoma completo con el mecanismo anímico de la vida.
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En resumen, hay una frecuencia vibratoria sónica imperceptible al oído humano. Ésta vibración sonora sería la “pronunciación exacta” del Nombre de Dios (velada al oído humano desarrollado). Ésta vibración se “materializa” operando en el ADN, el cual actúa como un receptor equivalente-molde al “sonido” del Tetragrámaton. Esta acción es la que desencadena la creación del cuerpo humano en la forma del óvulo fecundado que comienza a transformarse en embrión.
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.La operación de estas fuerzas superiores vinculadas al sonido imperceptible del Nombre,  fué descrita con sencillez sublime:
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"Tal como no te das cuenta de cuál es el camino del espíritu en los huesos dentro del vientre de la que está encinta, de igual manera no conoces la obra del Dios [verdadero], que hace todas las cosas" - Ecl. 11:5
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El nombre representado por el Tetragrámaton (YHWH = Yahvé, Jehová) proviene de la forma del verbo “ser” (hayah’). Algunos eruditos piensan que se corresponde con la forma causativa de este verbo. De ser así, significaría literalmente “El que causa que sea, el que trae a la existencia”. Sobre esta base, sería apropiado decir que el nombre representado en el Tetragrámaton (Yahvé o Jehová), tiene una conexión con cada uno de nosotros, con la propia vida humana. No solo el Nombre estaría vinculado con el Propósito de Dios a nivel general, sino que estaría íntimamente ligado con nosotros mismos.
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Sin embargo, ya que no sabemos exactamente el "sonido" o la pronunciación exacta del Nombre de Dios, no debemos obsesionarnos con su utlización. Más que repetirlo incansablemente, lo más importante es descubrir a la persona tras ese Nombre. De esa forma su propio Nombre adquiere un significado más íntimo y esperanzador. Un significado más personal. La Nación de Israel, aunque en su pasado conocía o repetía ese Nombre, no la hizo merecedora del favor de Dios por solo ese hecho.
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.Al hablar del “Nombre”, la verdadera referencia puede ser no sólo una palabra o expresión utilizada para designar a un individuo, sino la persona misma, su personalidad, cualidades, principios e historial, lo que él mismo es.  Por consiguiente, sería correcto afirmar que, aunque conozcamos el nombre con el cual se llama a una persona, si no la conocemos por lo que verdaderamente es, no conocemos en realidad su “nombre” en el sentido real y vital.