miércoles, 2 de marzo de 2011

"La vid verdadera y los sarmientos"

”Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el cultivador. Todo sarmiento en mí que no lleva fruto, él lo quita, y todo el que lleva fruto él lo limpia, para que lleve más fruto. Ustedes ya están limpios a causa de la palabra que les he hablado. Permanezcan en unión conmigo, y yo en unión con ustedes. Así como el sarmiento no puede llevar fruto por sí mismo a menos que permanezca en la vid, así mismo tampoco pueden ustedes, a menos que permanezcan en unión conmigo. Yo soy la vid, ustedes son los sarmientos. El que permanece en unión conmigo, y yo en unión con él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí ustedes no pueden hacer nada. Si alguien no permanece en unión conmigo, es echado fuera como un sarmiento, y se seca; y a esos sarmientos los recogen y los arrojan al fuego, y se queman.  Si permanecen en unión conmigo y mis dichos permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se efectuará para con ustedes.  Mi Padre es glorificado en esto, que ustedes sigan llevando mucho fruto y demuestren ser mis discípulos. Así como me ha amado el Padre y yo los he amado a ustedes, permanezcan en mi amor.  Si observan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he observado los mandamientos del Padre y permanezco en su amor.  ”Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes y su gozo se haga pleno". - Juan 15: 1-11.

Una de las enseñanzas espirituales más poderosas y profundas tienen que ver con esta declaración de Jesús. El hecho de la relación personal con Dios y Cristo se afirma  en las palabras de Jesús ya citadas. Allí se representa a sí mismo como una vid y a sus seguidores como sarmientos unidos a la vid. Él no se presenta a sí mismo como simplemente las raíces de la vid y dice que la congregación es el tronco al cual deben estar sujetos sus seguidores. El estar unido a otros sarmientos tampoco es el vínculo vital. Es a Cristo, la vid, y a Cristo solo. Es en virtud de apegarse firmemente a él, y sólo a él, como la vid dadora de vida, que todos ellos son traídos a una unidad. Permanecen en esa vid por ‘permanecer en su amor’. Ese amor es la fuerza que los agrupa en una unidad, el cuerpo de Cristo.

A todos éstos se les describe como formando parte del “cuerpo de Cristo” en otros pasajes bíblicos. El unirse a alguna organización o denominación religiosa o iglesia no tiene nada que ver con el ingreso en ese cuerpo o vid espiritual. Nos convertimos en miembros de ese cuerpo de Cristo de una sola manera, por nuestra fe. El ingreso nominal en una fila, la afiliación externa y jurídica no tiene que ver con la enseñanza de Jesús. Cristo nos habla de formar parte de un cuerpo o vid espiritual, algo que va más allá de la simple percepción humana enfocada en las cosas externas.

Cualquiera que haya aceptado al Hijo de Dios como su Cabeza, se convierte en parte de ese cuerpo. Es la fe individual, personal de cada uno lo que lo conecta a esa Cabeza, y la jefatura guiadora de Cristo continúa siempre disponible a cada uno como persona. Aunque forma parte de un cuerpo colectivo debido a una fe compartida mutuamente, nadie depende de la intervención o mediación de otro miembro o grupo de miembros para tener acceso a esa jefatura o para recibir su guía. Pues “Cristo es la cabeza de todo varón” y, a través de Cristo y de parte de Dios “a cada uno [a cada hombre y a cada mujer] le es dada la manifestación del Espíritu para provecho”, asignando Sus dones “a cada uno en particular”. Hay “diferentes capacidades que una persona puede recibir”, “diferentes maneras de servir” y “diferentes maneras de hacer las cosas” pero el “mismo Espíritu”, el “mismo Señor” y “el mismo Dios el que las hace en todas las personas”. (Véase el estudio anterior que analiza la Unidad versus la Uniformidad).

Vivimos en un mundo que divide y separa. Los grupos humanos que respiran el mismo aire están divididos en la forma de Naciones. Se siguen criterios uniformes para esas agrupaciones. Las empresas, partidos políticos, equipos deportivos y religiones crean sistemas de pertenencia uniformados y divisorios. Sin embargo, lejos de todas esas apariencias externas, todos los seres humanos son iguales y tienen las mismas necesidades fundamentales. Así mismo, desde el espacio exterior, la Tierra no se observa dividida en países ni territorios. Las etiquetas son señales externas creadas por la mente humana, pero no representan la auténtica realidad desde la óptica de Dios.

También la creación nos recuerda que a pesar de una infinita bio-diversidad y gran variedad de formas y criaturas, existe una magnífica unidad que interconecta todas las cosas vivientes. A pesar de existir ciertas familias de animales y especies, todos están incorporados a una unidad de carácter invisible y superior que obra en beneficio del Planeta.

Pertenecer a la Vid verdadera y al Cuerpo de Cristo no significa aislacionismo ni tampo una renuncia a determinada religión formal. Cómo he señalado antes, la Siega es la que liberará a los cristianos verdaderos. Cada cual debe decidir sobre su permanencia o no a determinada Iglesia, pero una eventual separación no significa tampoco de forma necesaria llegar a ser parte del Cuerpo de Cristo.

Muchos preguntan, pero ¿cuál? ¿cuál entonces es la religión? Y la respuesta es sublime y nos obliga a ver más allá de lo evidente, nos enfrenta a una visión espiritual que solo a través de la Fe es posible lograr. No hay religión formal o nominal en la Tierra que sea el "Cuerpo de Cristo" ni la "Vid Verdadera". Si buscamos un grupo estamos buscando bajo formas externas. La agrupación verdadera es unificada no bajo un lugar físico sino que es unida de forma sobrehumana.

Pero, ¿puede un testigo de Jehová ser parte del Cuerpo de Cristo? Claro que puede lograrlo, pero solo lo hará a través de la Fe y solo al reconocer a Cristo como su cabeza y unirse a él en su comunión espiritual. Su religión externa o nominal no tiene nada que ver con el ingreso a ese Cuerpo. Y aunque pueden existir algunos que siendo testigos desarrollen esa estrecha relación con Dios y el Hijo, es posible que otros miles, viviendo aún en la religión formal, tampoco sean parte del Cuerpo de Cristo o Vid Verdadera.

¿Tiene que abandonar su religión nominal? No es necesario, porque su pertenencia al Cuerpo de Cristo no depende de estar en una religión nominal. Su religión formal o externa (como lo fué el judaísmo para Jesús y para muchos cristianos judíos que lo siguieron practicando durante largas décadas) es solo parte del área de acción que le permite enfocar su ayuda fraternal hacia el prójimo. La Mala Hierba será arrancada en el debido tiempo y el miembro del Cuerpo de Cristo no depende de ese hecho para su filiación con Cristo Jesús.

De la misma forma, un cristiano protestante que vive en medio de un sistema opresor también puede llegar a ser miembro del Cuerpo de Cristo por su Fe en el Hijo de Dios. Y este hecho hace que ese miembro  sea compañero y hermano en el sentido más profundo del otro miembro que está en otra religión nominal. ¡No son las barreras humanas visibles o agrupaciones sectarias las que delimitan a los miembros del Cuerpo! De la misma forma como un ser humano colombiano se siente miembro de la misma humanidad física que un europeo, a nivel espiritual profundo un testigo de Jehová que se reconozca miembro del Cuerpo de Cristo no estará separado de un adventista que en su interior sea miembro del Cuerpo de Cristo. Las formas externas, los nombres y etiquetas no son reales ni sirven para el ingreso a ese Cuerpo.

No olvidemos que  hay millones de personas en las religiones que no son miembros del Cuerpo de Cristo, pero sin duda algunos miles en medio de éstas lo han llegado a ser, bajo la aceptación del Sacrificio de Jesús y su Fé en él. Las doctrinas variantes, las formas externas, los entendimientos que son cambiantes y son solo adornos no impiden el ingreso a ese Cuerpo. Los primeros estudiantes de la Biblia formados por Russell  poseían muchas doctrinas falsas, pero a través de la Fe individual en Jesús, éstos cristianos igual fueron considerados "verdaderos". Lo mismo ocurre con otros cientos que defendieron la verdad bíblica en siglos anteriores al advenimiento de la Era moderna.

A diferencia del Siglo I, hoy ningún grupo nominal y externo en la Tierra es igual a los cristianos primitivos. Han existido intentos por restaurar dicho cristianismo, pero todos han fallado en puntos más o menos decisivos. Unos se han acercado más que otros, pero la Mala Hierba  también ha infectado los intentos con sus raíces mortíferas. No debemos alarmarnos, ya que todo es parte de una gran profecía.
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La  restauración definitiva solo ocurrirá tras la refinación religiosa que llegará. Cuando desaparezcan las formas externas de religión y doctrina, entonces surgirán de en medio esas cenizas los miembros del Cuerpo de Cristo. Entonces dicho Cuerpo será reunido, no como una nueva religión formal, sino como una auténtica fraternidad espiritual.