lunes, 27 de junio de 2011

El camino a la religión verdadera

¿Qué religión profesa el AMOR? ¿Qué religión profesa el oxígeno que respiramos? ¿A qué religión pertenece el regalo de cada amanecer? ¿Es religiosa la bondad? ¿Y qué decimos de la belleza? ¿Qué religión practica la muerte? Y cuando Dios nos imaginó, ¿pensaba en alguna  religión?
Conclusión: Entonces, Dios no es religioso... Dios es AMOR.
¿De qué color es el AMOR? ¿En qué lengua debe ser escrito? ¿Nos atrevemos  a definirlo? ¿Tenemos palabras para describir a Dios?
La religión es un fenómeno universal en los mundos sometidos a la imperfección. Además, es un paso al que la mayoría de los seres humanos estamos sometidos. Pero no equivoquemos nuestros juicios. Debe llegar el momento en que la criatura humana debe crecer. Pero aquello será íntimamente personal e intransferible para cada ser humano. Entonces ya no será necesaria ninguna religión de la mente, ni siquiera templos o ministros. Solo aquellos que descubran su verdadero don divino, sabrán que les mueve el Espíritu. Ellos descubrirán el sentido de la vida, su origen y su glorioso futuro. Y ni siquiera temerán a la muerte. El mundo tratará de intimidarlos, llamándoles herejes, locos o farsantes, pero solo ellos verdaderamente podrán afirmar que conocen al Padre, y de que son " uno con Dios ". Esa es la verdadera religión... La que yace en lo más hondo de tu ser. No la religión del temor o de la autoridad humana; aquellas son solo inventos de la mente del hombre; nos pueden mostrar solo una parte de la verdad, pero aquello nada tiene que ver con la VERDADERA VERDAD.

Hay muchas preguntas que la gente sincera se hace: ¿por qué Dios no se revela con claridad? Si de verdad hay un Dios verdadero,  ¿por qué no se revela de un modo que todos podamos entenderlo?
¿Podría Dios aparecerse a la humanidad, o revelarse de un modo indiscutible?  ¿De un modo que ningún hombre pueda negar?
 Jehová no posee una forma o aspecto que podamos comprender, aunque Él se manifiesta de alguna forma en todo lo creado. Dios podría adoptar una forma o aspecto que podamos comprender, pero entonces todos supondrían que lo que han visto es la sola y única forma y aspecto de Dios, en lugar de una forma y aspecto de Dios; una entre muchas.
Eso mismo ya aconteció en la antigüedad.

La gente cree que Dios es como lo ven, en lugar de cómo no lo ven.

Cuando Dios ha venido bajo una u otra forma determinada -una forma bajo la que la gente puede comprenderle-, entonces la gente le atribuye esa forma para siempre jamás.

Y si Dios viniera bajo cualquier otra forma, ante cualesquiera otras personas, los primeros dirían que no habría aparecido ante los segundos, ya que no se habría mostrado a los segundos igual que a los primeros, ni les habría dicho las mismas cosas; de modo que ¿cómo iba a ser Dios?

Como vemos, no importa bajo qué forma o de qué manera Dios se revele: cualquiera que sea la manera que elija o la forma que adopte, ninguna de ellas resultará incuestionable. Incluso habría todavía quienes dirían que es cosa del diablo, o simplemente de la imaginación de alguien. O de cualquier causa distinta de Dios.

Y eso es lo que sucedería, puesto que Dios no se revela a Sí mismo por, o a través de, la observación externa, sino de la experiencia interna. Y cuando la experiencia interna ha revelado al propio Dios, la observación externa resulta innecesaria. Y cuando la observación externa es necesaria, entonces no resulta posible la experiencia interna.

En los asuntos de la administración global de nuestro mundo, Dios no actúa directamente sobre los planes administrativos que involucran a masas de humanos en general, o en propósitos que tocan a una o más especies en sí. Desde los principios de los tiempos él ha delegado en su “gente ". Hablamos de seres superiores y ángeles.

 Sin embargo, el Padre nos ha dado el mayor de los dones: una fracción de su esencia, y puede tener una relación personal con cada humano que así lo desee en su corazón... No obstante, en determinados periodos históricos, la humanidad, como grupo ha necesitado diversas "inyecciones de ayudas” para avanzar en su estado hacia la realización plena de la especie: Un mundo habitado en perfección.

En esos asuntos administrativos que involucran a varios humanos, hay una infinita cadena de seres superiores, que parte desde el Padre Universal, hasta llegar a nosotros. Aquellos seres, algunos de los cuales ni siquiera imaginamos, han servido de representantes de Dios o de enlaces con los diversos mundos. Dios ha delegado en ellos, y ellos, de acuerdo a su libre albedrío, buscan y manejan soluciones que beneficien a la especie humana en general. Algunos de ellos emprenden aventuras y proyectos. Sin embargo, la mano  del Padre resguarda los resultados finales, y nuestro futuro es seguro. Pero tal como Dios delega en los padres humanos, para que críen a sus hijos, Él ha delegado en ellos  para que se encarguen de nuestra especie, aunque el resultado positivo está asegurado.

En diferentes épocas, ellos han aparecido ante los humanos, y la gente de aquellas épocas los confundió con Dios. Sin embargo, aquello era válido, puesto que eran sus representantes. Esos fueron los dioses que educaron a algunas de nuestras razas, y guiaron a algunos de nuestros pueblos.

El caso más sobresaliente fue el del pueblo hebreo. Debido a varías razones ellos trazaron un plan que abarcaba varios siglos, y que tenía por objeto preparar y salvaguardar el terreno para la venida del Hijo Creador de este universo. Hablamos de la venida de Miguel (Jesús de Nazaret), el cual entregaría la última revelación a la Humanidad: La Fraternidad humana y  la Paternidad de Dios. Pero para que llegara ese día, una vasta y compleja operación fue montada por ésos “representantes” de Dios.

Sin embargo, los israelitas, asombrados y asustados ante las manifestaciones "sobrenaturales" de la "gente" de Dios, aceptaron ser educados y guiados para un propósito de largo alcance. No obstante, al hacer esto, tal como  dije, se corría el riesgo de sacrificar la experiencia interna de Dios, por la observación externa. El hombre fácilmente se deslumbra con lo exterior, sacrificando lo interior. Para salvar este problema, que siempre surge cuando la "gente" de Dios toma la decisión de intervenir directamente en asuntos humanos (cosa que en determinados momentos históricos puede resultar necesaria (eso es algo que ellos evalúan) para pegar un empujoncito a la especie), se deben aplicar leyes que ordenen la vida de aquellas tribus primitivas, que perdieron la experiencia interna (que fácilmente los hubiera guiado en la vida), en beneficio de códigos y normas rígidas y estrictas, con el fin de evitar el caos social. En estos casos se aplica el socialismo de las hormigas, que permite que un orden social primitivo en sentido interior pueda funcionar. Esta fue la razón de la Ley Mosaica, y de todos sus preceptos (aunque con los siglos los hombres le añadieron un rigor desmedido), y de esas manifestaciones "sobrenaturales" de la antigüedad, en dónde la gente creía ver la forma de Dios, además de las matanzas* dirigidas por esos seres... las cuales actualmente han escandalizado a muchos,  pero que lamentablemente formó en la mente de los humanos la imagen perpetua de aquel Dios del Sinaí.

*Nota: Muchas situaciones que podríamos calificar como “crueles” por parte de Jehová, fueron tomadas pensando en el bienestar colectivo de la civilización hebrea.  Así, muchos pueblos Cananeos fueron destruidos porque hubiesen puesto en peligro el escenario del pueblo portador de una única Deidad y la plataforma social y moral para la aparición del Mesías.  Por ejemplo, los habitantes homosexuales de Sodoma y Gomorra presentaban una amenaza futura de expansión que hubiese puesto en peligro a la familia de Abrahán. Así también otras tribus Cananeas que practicaban la muerte de niños y otros ritos retrógrados para la raza humana.

Por eso digo que Dios no prefiere las manifestaciones externas, aunque sí se han tenido que efectuarse bajo las circunstancias y el momento histórico preciso, en épocas pasadas, ya que el hombre a veces necesita ver para creer.

A una masa le resulta difícil la experiencia interna, debido a que sus mentes son tantas, y tan diferentes, algunas tan grotescas y otras tan enfermas, que es imposible utilizar la revelación de la experiencia interna con un número elevado de humanos al mismo tiempo. Cada persona individualmente necesita un desarrollo personal y espiritual que le permita encontrarse con Dios; por lo tanto, debido a que era muy difícil lograr esto de una manera eficaz con una nación compuesta por millones de personas, en una época primitiva,  la "gente"  de Dios optó por formular leyes generales que manifestaran una supuesta imagen divina para educar a aquellos primitivos. Sin embargo, la Historia demostró que la nación de Israel fracasó como divulgadora de la verdad, ya que la Ley (cuando llegó el momento), no fue cambiada por una relación personal e íntima con el Padre, y por una Ley del corazón.

El ser humano necesita maravillas para convencerse. Y ésa es precisamente su perdición, ya que quiere creer, sólo lo que a él le parezca aceptable.
¿Pero, porque todas estas cosas no se revelan con claridad? ¿Por qué  Dios no  revela (ahora me refiero a información; Conocimiento.) esto y otras cosas con claridad y de una vez por todas, al mundo? Lo hombres quizás encontrarían sentido a su vida...
Ello asfixiaría la imaginación. Quedarían encandilados y ciegos ante tanta luz. El progreso -lo que Dios realmente desea para nosotros- exige que la individualidad se desarrolle. Solo la mediocridad busca perpetuarse en lo muerto, en lo uniforme, en aquello que no cambia. Ya que nuestro mundo se ha alejado de Dios, ninguna revelación puede ser jamás completa. Porque nuestro mundo ignora generalmente el origen de las cosas, incluso físicas, se ha estimado conveniente darle, de vez en cuando, nociones de cosmología, y cosmogonía, pero esto siempre ha provocado confusiones. Las leyes que gobiernan la revelación limitan grandemente porque prohíben, cómo nos ocurre ahora a nosotros, la transmisión de conocimientos inmerecidos o prematuros. La revelación es una técnica que permite economizar siglos y siglos de tiempo en el progreso del espíritu y en el avance de un mundo. Pero la revelación es como la lluvia. En exceso solo trae problemas. Porque la revelación no debe engendrar ciencia, ni tampoco religiones. Su función es coordinar a ambas con la verdad de la realidad.