En realidad la idea de un retorno literal o descenso de Cristo a la superficie de la Tierra es una idea generada en algunas vertientes evangélicas. Algunos de estos mismos grupos dan a entender incluso un retorno sobre la Jerusalén terrestre.
No obstante, tenemos que tener cuidado con la manipulación sectaria de los versículos presentados como supuestas pruebas. No olvidemos que ciertas doctrinas falsas se originan cuando a algunos versículos se les otorga una connotación que va en contra del Espíritu general de las Escrituras y que viola incluso ciertas declaraciones explícitas de Cristo sobre el asunto. Con la idea de generar algo novedoso, por lo general suelen explotarse dichas porciones, pero que no guardan armonía con el resto de la Biblia. Cuando tenemos una declaración de Cristo mismo sobre cualesquier otro relato simbólico o profético, siempre la declaración explícita estará sobre la interpretación profética o simbólica de ciertos versículos interpretables. Esa es la regla que debemos siempre respetar:
Por ejemplo: Jesús dijo: “Respecto a aquel día y hora nadie sabe, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino solo el Padre”; “No les pertenece a ustedes adquirir el conocimiento de los tiempos o sazones”, etc. Y Pablo también es claro: “tocante a la presencia de nuestro Señor Jesucristo y el ser nosotros reunidos a él, les solicitamos que no se dejen sacudir prontamente de su razón, ni se dejen excitar tampoco mediante una expresión inspirada, ni mediante un mensaje verbal, ni mediante una carta como si fuera de nosotros, en el sentido de que el día de Jehová esté aquí”.
Aquí notamos expresiones explícitas. No ameritan mayores comentarios. Sin embargo, a pesar de estas advertencias, ciertos grupos insisten en “torcer” otros pasajes de las Escrituras para hablar de la venida de Cristo en tal año, ya sea en el pasado o en el futuro asociada a una fecha puntual, y hablar del fin del mundo para tal día, etc.
Algo similar ocurre con una hipotético “descenso” de Cristo a la superficie de la Tierra.
“Pero cuando los fariseos le preguntaron cuándo vendría el reino de Dios, les contestó y dijo: “El reino de Dios no viene de modo que sea llamativamente observable” (Lucas 17:20)
Jesús dio fuertes advertencias sobre un engaño relacionado con la aparición de manifestaciones físicas y visibles en relación a su persona:
“Entonces si alguien les dice: ‘¡Miren! Aquí está el Cristo’, o: ‘¡Allá!’, no lo crean. Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas y darán grandes señales y prodigios para extraviar, si fuera posible, hasta a los escogidos. ¡Miren! Les he avisado de antemano. Por eso, si les dicen: ‘¡Miren! Está en el desierto’, no salgan; ‘¡Miren! Está en los aposentos interiores’, no lo crean. Porque así como el relámpago sale de las partes orientales y resplandece hasta las partes occidentales, así será la presencia del Hijo del hombre. Dondequiera que esté el cadáver, allí se reunirán las águilas” (Mateo 24: 23-28)
Un relámpago es visible, pero sumamente breve. Y lo observamos en los cielos, no en la superficie de la Tierra. No olvidemos las advertencias de Cristo al respecto. No habrá ningún descenso de Cristo a la superficie de la Tierra.
“Entonces dijo a los discípulos: “Vendrán días en que desearán ver uno de los días del Hijo del hombre, mas no [lo] verán. Y les dirán: ‘¡Miren allá!’, o, ‘¡Miren acá!’. No salgan ni corran tras [ellos]. Porque así como el relámpago, por su relampagueo, resplandece desde una parte debajo del cielo hasta otra parte debajo del cielo, así será el Hijo del hombre” (Lucas 17:22,24)
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“en que desearán ver uno de los días del Hijo del hombre, mas no [lo] verán”. Esta expresión de Cristo es clara. Él nunca más se manifestará en la carne.
Pablo refuerza esta idea. En referencia a la primera manifestación de Cristo el usa esta expresión:
“al enviar a su propio Hijo en la semejanza de carne pecaminosa y tocante al pecado, condenó al pecado en la carne” (Romanos 8:3)
Notemos lo que dice ahora sobre la llamada segunda venida de Cristo:
“y la segunda vez que aparece será aparte del pecado y a los que lo están esperando con intenso anhelo para [la] salvación [de ellos]” – Hebreos 9:28.
Está claro que el propio protagonista y su apóstol jamás creyeron en una Parausía en cuanto a un “descenso” sobre la superficie de la Tierra.
En una entrada posterior se tocarán más puntos al respecto.