sábado, 11 de junio de 2011

"tus pecados te son perdonados"

“Entonces, al ir pasando, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y sus discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó: este hombre, o sus padres, para que naciera ciego?”. 3 Jesús contestó: “Ni este hombre pecó, ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso” – Juan 9:1-3.

Jesús  en esta ocasión deja claro que la ecuación Pecado = Enfermedad no se ajusta a la realidad. En la teología discriminatoria judía los enfermos eran considerados pecadores junto a sus antepasados. Debido a una interpretación errónea de ciertos pasajes del Antiguo Testamento, se consideraba que la enfermedad era sinónimo de castigo divino debido al pecado. Así a muchos discapacitados físicos o mentales se les negó el acceso a ciertos servicios en el Templo. Jesús de Nazaret combatió fuertemente la idea de que el pecado se transmite de generación en generación. El sanó a muchas personas, demostrando que merecían consideración y amor, y no estaban castigadas por Dios. Sus palabras en relación al ciego lo dejan muy claro. Esto mismo es válido al suponer que heredamos el pecado de Adán y la enfermedad.

Sin embargo, algunos pasajes pudieran provocar cierta contradicción. Nos pudieran dar a entender que Jesús de Nazaret compartía el pensamiento judío de la época:

"Pero estaba allí cierto hombre que llevaba treinta y ocho años en su enfermedad. 6 Al ver a este hombre acostado, y dándose cuenta de que ya por mucho tiempo había estado [enfermo], Jesús le dijo: “¿Quieres ponerte bien de salud?”. 7 El enfermo le contestó: “Señor, no tengo un hombre que me meta en el estanque cuando se revuelve el agua; y entretanto que yo voy, otro baja antes que yo”. 8 Jesús le dijo: “Levántate, toma tu camilla y anda”. 9 Con eso, el hombre inmediatamente se puso bien de salud, y tomó su camilla y echó a andar.

Después de estas cosas, Jesús lo halló en el templo y le dijo: “Mira, te has puesto bien de salud. Ya no peques, para que no te suceda algo peor”. 15 El hombre se fue y dijo a los judíos que había sido Jesús quien lo había puesto bien de salud". – Juan 5: 5-9; 14,15

A simple vista podríamos deducir que Jesús estaba señalando que Pecado = Enfermedad. Sin embargo, aquí Cristo no establece una constante sino que efectivamente muestra que ciertas acciones malas pueden provocar enfermedades como causa-efecto en algunos casos. Por ejemplo, una persona promiscua puede enfermarse de Sida si mantiene una conducta pecaminosa, pero esto no significa que el Sida sea un castigo de Dios o una constante en toda acción de inmoralidad.  

Un niño recién nacido efectivamente puede contagiarse por éstas u otras enfermedades, nacer con malformaciones, o tener problemas genéticos, pero eso no significa que él y sus padres hayan pecado. En síntesis, Jesús se refería a una situación específica con respecto a este hombre y no a una constante universal. Es interesante que éste hombre no había nacido con esa enfermedad, aunque tenía largos años con ella. Tampoco se habla de que es un paralítico, tal como sucede en otros relatos.  De hecho, él dice: “entretanto que yo voy, otro baja antes que yo”. Al parecer no era un paralítico, sino que tenía una enfermedad que lo postraba de forma relativa.  Simplemente se habla de una “enfermedad” en el relato. Es altamente posible que el individuo haya padecido la Treponema pállidum, conocida como Sífilis. Esta enfermedad puede vivir con la persona varías décadas. En la tercera fase (llamada también fase final), la sífilis se vuelve a despertar para atacar directamente al sistema nervioso o algún órgano. Pueden existir lesiones en la médula espinal o pérdida de coordinación de las extremidades.

Asi que la recomendación de Jesús “Ya no peques, para que no te suceda algo peor” estaba relacionada con ese pecado específico, pero no puede relacionarse con la falta edénica de Adán o algún ancestro. Nada en el texto lo sugiere.

La misma expresión de Cristo es señalada en el caso de una Mujer pecadora que no estaba enferma fisicamente: “Dijo ella: “Nadie, señor”. Jesús dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete; desde ahora ya no practiques pecado” – Juan 8:11.

Así que Jesús indistintamente dice “ya no peques” esté la persona enferma o no.

Otro relato de la vida de Cristo también se ha interpretado como apoyo para la idea de que heredamos el pecado y la enfermedad como una combinación inseparable producto de la falta en el Edén:

“Por lo tanto, subiendo a la barca, prosiguió a cruzar, y entró en su propia ciudad. 2 Y, ¡mire!, le traían un paralítico acostado en una cama. Al ver la fe de ellos, Jesús dijo al paralítico: “Cobra ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados”. 3 Y, ¡mire!, algunos de los escribas dijeron dentro de sí: “Este blasfema”. 4 Y Jesús, conociendo los pensamientos de ellos, dijo: “¿Por qué piensan cosas inicuas en sus corazones? 5 Por ejemplo, ¿qué es más fácil?, ¿decir: Tus pecados te son perdonados?, ¿o decir: Levántate y anda? 6 Sin embargo, para que sepan que el Hijo del hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados... —dijo entonces al paralítico—: Levántate, toma tu cama y vete a tu casa”. 7 Y él se levantó y se fue a su casa. 8 Al ver esto, las muchedumbres fueron sobrecogidas de temor, y glorificaron a Dios, que había dado tal autoridad a los hombres” – Mateo 9:1-8.

Notamos que al  ver la fe de ellos (los que traían el paralítico)* Cristo exclama su frase. Además Jesús le dice al hombre: “cobra ánimo”. Al parecer esta expresión es clave porque el hombre estaba desmoralizado quizás creyendo que su enfermedad era producto del pecado o algún castigo. Jesús le confirma el Amor de Dios hacia su persona y primero alivia su sufrimiento mental. Por eso la frase “tus pecados te son perdonados” tiene que ver con esto y antecede a la curación física.

*Nota: Los otros Evangelios complementarios muestran que cuatro hombres  subieron al techo, y por las tejas lo bajaron en la casa.

Ahora bien, notemos lo que nos muestran los otros Evangelios relacionados en relación a la cuestión central y el razonamiento de los escribas:

“¿Por qué habla este hombre de esta manera? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados sino uno solo, Dios?”- Marcos 2:7

Notamos que lo que cuestionan finalmente los religiosos es si Jesús puede perdonar pecados, no si realmente puede hacer la sanación como un profeta.

“Pero Jesús, habiendo discernido inmediatamente por su espíritu que razonaban de aquella manera dentro de sí, les dijo: “¿Por qué razonan estas cosas en sus corazones? 9 ¿Qué es más fácil?, ¿decir al paralítico: ‘Tus pecados son perdonados’, o decir: ‘Levántate y toma tu camilla y anda’?” – Marcos 2:8,9

Jesús muestra que lo más importante era “perdonar los pecados” del hombre*. Por esa razón perdonó sus pecados primero. Esa era la cuestión central: Manifestar el Amor de Dios hacia él.

*Nota: Se habla siempre aquí de tus pecados” son perdonados. Nunca se habla del pecado del ancestro común de la raza humana, ni de otro antepasado como si eso fuese la causa principal de la cuestión o la enfermedad.

Puesto que los escribas creían que el pecado de uno causaba una maldición física en la persona, Jesús (después de haber perdonado el pecado) procede a realizar la curación para demostrar que su autoridad de perdonar pecados era indiscutible:

Pero para que sepan ustedes que el Hijo del hombre tiene autoridad para perdonar pecados sobre la tierra... —dijo al paralítico—: 11 Te digo: Levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa”. 12 Con eso, él sí se levantó, y tomó inmediatamente su camilla y salió andando delante de todos ellos, de modo que todos ellos simplemente se embelesaron, y glorificaron a Dios, y dijeron: “Jamás hemos visto cosa semejante” – Marcos 2:10-12.
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Muchas de las acciones de Jesús a veces no fueron entendidas. Sucedió en el caso del Templo y la relación con su cuerpo, cuando habló que comieran su carne y sangre, con las llaves de Pedro, etc. Posiblemente dió la impresión en este caso que existía una relación pecado=enfermedad, pero una lectura cuidadosa del pasaje y una comparación con los otros Evangelios nos muestran el cuadro completo: El hombre angustiado necesitaba una confirmación de perdón y amor. Y Jesús lo sanaría de todas formas. Fueron los escribas los que pusieron en tela de juicio la autoridad de Jesús y Cristo les demostró que él poseía ese derecho divino, indistintamente de la enfermedad o no.

Esto quedó patente porque Jesús realizó decenas de milagros, sanó a muchas personas y en todos los otros casos nunca la curación estuvo precedida con perdonar los pecados de la persona. De otra forma, en cada sanación, Cristo había repetido dicha expresión.

Incluso, en otra situaciones ajenas a la enfermedad, Cristo también perdonó pecados. Por ejemplo:

En virtud de esto, te digo, los pecados de ella, por muchos que sean, son perdonados, porque amó mucho; mas al que se le perdona poco, poco ama”. 48 Entonces le dijo a ella: “Tus pecados son perdonados”. 49 Ante esto, los que estaban reclinados a la mesa con él comenzaron a decir dentro de sí: “¿Quién es este hombre que hasta perdona pecados?”. 50 Pero él dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”. – Lucas 7:47-50

Cristo finalmente muestra la mentalidad de Dios cuando explica:

“Entonces, al ir pasando, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2 Y sus discípulos le preguntaron: “Rabí, ¿quién pecó: este hombre, o sus padres, para que naciera ciego?”. 3 Jesús contestó: “Ni este hombre pecó, ni sus padres, sino que fue para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto en su caso” – Juan 9:1-3.

Dios no causa la enfermedad en el género humano. Tampoco heredamos un cóctel de pecado y enfermedad provenientes de Adán. No hay registro bíblico de que Adán hubiese enfermado. Adán solo nos legó la imperfección y la corrupción. Solamente tras el clima hostil después del Diluvio, la enfermedad apareció en la Tierra.

Dios permite la enfermedad, “para que las obras de Dios se pusieran de manifiesto”. Esto significa que la Enfermedad permitió que Cristo pudiese demostrar el poder del Fe, el Poder del Amor y la capacidad de perdonar pecados en la Tierra (poder de Dios dado a Cristo).