EL 29 de noviembre de 1947, la Organización de las Naciones Unidas
recomendó la creación de dos estados, uno judío y otro árabe, en
Palestina. Un comité especial de la Asamblea General ya había aprobado
un texto en el que proponía la partición de Palestina en dos estados y
establecía que el futuro de Jerusalén, que sería administrada por una
autoridad internacional, debería decidirse en el plazo de diez años por
medio de un referéndum. Una vez recibido el informe del comité especial,
el momento histórico le llegó al plenario de la Asamblea General, que
aprobó la resolución 181.
La resolución 181 recomendó la partición de Palestina en dos estados:
uno judío (56,47% del territorio y con una población de 498.000 judíos y
325.000 árabes) y otro árabe (43,53% del territorio, y 807.000 árabes y
10.000 judíos). Jerusalén, con 100.000 judíos y 105.000 árabes, fue
declarada corpus separatum. Y la partición fue aceptada por partidarios
de crear un Estado hebreo, pero no por los árabes, que consideraron
desproporcionado el reparto. El resultado fue la primera de las guerras
entre israelíes y palestinos.
Palestina volverá este septiembre a la Asamblea General de la ONU,
que en su agenda tiene previsto que se plantee el reconocimiento de
Palestina como un Estado. Los representantes de los miembros de la
Asamblea General deberán pronunciarse entonces, como también tendrá que
hacerlo el Gobierno español. El pasado 30 de junio, el Congreso español
aprobó una moción en la que se instó al Gobierno "a que, en ausencia de
la reanudación de las negociaciones bilaterales (entre israelíes y
palestinos), apoye de manera coordinada con la Unión Europea el
reconocimiento del Estado palestino". Y resulta que las negociaciones
entre palestinos e israelíes no se han reanudado. Pero no parece que
exista coordinación dentro de la Unión Europea sobre el asunto. El
Gobierno español ha ido, poco a poco, inclinándose por el reconocimiento
del Estado palestino. Hace dos meses, cuando tuvo lugar la visita a
España del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abas,
ni el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, ni Trinidad
Jiménez, ministra de Asuntos Exteriores y de Cooperación, fueron más
allá de afirmar que consideran "legítima" la aspiración de los
palestinos.
La indefinición rodea aún la iniciativa de los palestinos de pedir el
reconocimiento de su Estado. Todo depende de lo que finalmente sus
dirigentes propongan en la ONU. Aún no han aclarado si pedirán el
ingreso de su posible Estado en la ONU, lo que requiere la aprobación
del Consejo de Seguridad, donde Estados Unidos ha advertido que ejercerá
su derecho de veto; o si sólo acudirán a la Asamblea General, donde
tienen asegurada la mayoría (116 de 193 estados), para que el Estado
palestino sea aprobado, pero sólo con el estatuto de observador y no
como miembro, como ya lo es la Organización para la Liberación de
Palestina (OLP).
Dado que la Administración Obama ha adelantado que utilizará su veto
si el Estado palestino pretende ingresar en la ONU, todo indica que la
única posibilidad de que los palestinos obtengan un amplio respaldo es
que se conformen finalmente con que su Estado sólo disfrute del estatus
de observador. Sería una prueba de realismo político que les permitiría
cosechar un amplísimo reconocimiento por parte de la comunidad
internacional a su legitima aspiración a tener un Estado.- La Vanguardia